Una leona con alma de cordero

Una leona con alma de cordero

En Huasa Pampa, una mujer tiene como fiel compañera a una felina que crió de cachorra. Yanila no sabe cazar y tampoco es agresiva.

JUEGOS EN EL CORRAL. Ofelia, de 61 años, suele pasar mucho tiempo junto a Yanila, la leona que hoy tiene 16 años y es un integrante más de la casa. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL JUEGOS EN EL CORRAL. Ofelia, de 61 años, suele pasar mucho tiempo junto a Yanila, la leona que hoy tiene 16 años y es un integrante más de la casa. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
26 Junio 2011
CONCEPCIÓN.- El disparo que descerrajó con su carabina Agustín del Tránsito Vázquez fue certero. A unos 10 metros, un ejemplar de puma hembra acusó el impacto en el pecho y enseguida aflojó las fauces que aprisionaban el cuello del ternero. Ofelia Valdés, esposa del cazador, recordó que el animal comenzó a desplomarse lentamente. La muerte lo tumbó en segundos. "Corrí a verla y ya no había caso. En la panza saltaba algo y me di cuenta de que estaba preñada. Tomé un cuchillo y enseguida nomás la abrí sin dudar. Había dos cachorritos, uno de ellos estaba ya muerto", contó.

Ofelia nunca imaginó que a partir de entonces iba a convertirse en la madre sustituta de uno de los animales más temibles que deambulan por las Sierras de Huasa Pampa, al sur de La Cocha: el puma o león americano. "Cuando tomé en mis manos al cachorrito que estaba vivo me di cuenta de que estaba peleando por su vida. Respiraba apenas. Entonces comencé a darle aire por la boca hasta que reaccionó gritando. Después le até el cordón con un hilo y lo lavé en un arroyo. Cuando terminé, lo abrigué rápido con mi pulóver, porque tiritaba. Recién cuando lo llevaba a casa me di cuenta de que era una hembra", añadió. Justo ese día el cachorro estaba en fecha de nacer.

Una compañía

Ofelia tiene 61 años y recuerda como un hecho reciente los pormenores del insólito nacimiento, hace ya 16 años. Hoy, la leona -que una de sus hijas bautizó como Yanila Leonela- es su única compañera en la densa soledad de la Sierra de Huasa Pampa. Su marido falleció hace dos años y sus tres hijos se casaron y viven en otros lugares.

"La crié con mamadera. Recuerdo que la primera noche no me dejó dormir. Me levanté 12 veces a darle leche. Ahora, si yo no estoy ella no come. Es muy cariñosa y jamás reaccionó mal con nadie. Claro que yo ya no la puedo dominar porque se hizo pesada y tiene movimientos torpes", describió Ofelia. Ella ya no saca a pasear a Yanila porque la última vez que lo hizo terminó con contusiones en dos dedos, al tener que lidiar con la soga que la contenía. Por eso prefiere mantenerla en un corral, en el que dispuso una cueva para que se cobije durante los días fríos o lluviosos.

La leona es ya en Huasa Pampa Sud una verdadera atracción y su popularidad superó las fronteras de la provincia. "Gracias a ella tengo muchas visitas casi todos los días. Y eso es bueno porque vivo sola. Vino gente hasta de Neuquén. Algunos llegaron con el propósito de comprarla, pero yo les dije que jamás voy a venderla, por ningún dinero que me ofrezcan", sostuvo.

Desprotegida

Ofelia está segura de que el animal perdió el instinto salvaje, y que si la devuelve al monte terminará devorada por otros leones. "Ya no tiene ni el olor de su especie. Una vez se escapó y regresó a los tres días bien flaquita y hambrienta. Es que no aprendió a cazar. Le tuve que dar varios kilos de carne hasta que se calmó. Desde entonces, nunca más se le dio por salir", reveló.

La mujer deja escapar una lágrima cuando recuerda que, cuando la leona era pequeñita, llegó a dormir en la cama matrimonial. "Cuando se crió un poco Yanila saltaba a la cama y se ponía a jugar con mi marido. A veces lo despertaba lamiéndole la cara. También era muy cariñosa con mis hijos -destacó-. Nunca le hizo daño a ninguno de ellos. Y tampoco a los perros".

Según Ofelia, por las serranías de la zona suelen deambular varios pumas. "La gente los persigue porque no dejan terneros en pie. La mamá de Yanila ya nos había devorado varios. Al final mi marido la cazó cuando estaba comiéndose otro más", sostuvo.

Pese a todo Ofelia dijo que no le teme al monte ni a las noches. "Siempre ando entre las espesuras y no le tengo miedo a nada. Es que nací y me crié aquí. Mi felicidad está aquí", señaló.

Ofelia reveló que durante un tiempo también crió un gato montés, pero lo dejó ir porque era muy peligroso. "No se lo podía controlar. Y no entendía de cariños. A veces se ponía muy furioso y daba miedo", comentó. Y cerró la charla con una afirmación categórica: "mi Yanila es más buena y compañera que cualquier humano".

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