Buen martes a todos,
El domingo pasado cayó el gobierno de Bashar al-Assad, después de trece años y medio de guerra civil en Siria. Estuve tentado en ponerme a escribir sobre este tema, ya que es un conflicto que seguí muy de cerca durante los primeros cuatro años y que, de algún modo, fue el que me introdujo en el mundo de la geopolítica. Dado que posiblemente hayáis leído sobre esto en muchos otros sitios y de forma mucho más precisa, he decidido desechar la idea.
Si no habéis leído sobre ello, os recomiendo encarecidamente que leáis esto que ha escrito
en sottogoverno o este interesante artículo de Álvaro de Argüelles en El Orden Mundial.Lo que no he podido evitar ha sido acordarme de Somalia, un país que lleva más de 30 años de guerra y del que rara vez se acuerda la prensa generalista. Muchos, seguramente, relacionéis de forma directa Somalia con la idea de estado fallido, y esto no es casual. El concepto de estado fallido se acuñó en la década de los 90 para referirse precisamente a Somalia1.
La historia de Somalia, como la de cualquier país del mundo, es compleja y cargada de matices. Hoy os intentaré adentrar de forma simple en la historia de Somalia y una guerra civil que se alarga más de tres décadas.
La independencia y Siad Barre
La descolonización llegó al cuerno de África2 en junio de 1960. Primero llegó el 26 de junio en la colonia de la Somalilandia Británica, el 26 de junio, y cuatro días más tarde en la colonia de la Somalia Italiana. Ambas colonias se unieron en la Somalia independiente. La constitución se firmó el 22 de junio de 1961 y, a pesar de los conflictos territoriales con Etiopía3, la estabilidad institucional se mantuvo hasta 1969, cuando Siad Barre dio un golpe de Estado militar y puso fin a la breve democracia somalí.
Siad Barre había sido un oficial de policía cuando Somalia era una colonia italiana, pero el golpe de Estado lo dio como líder del Consejo Supremo Revolucionario, un grupo de militares y policías que buscaban crear en Somalia un estado socialista. Dentro del ideario de Barre también se buscaba una unidad nacional, en el que la identidad somalí tenía que hacerse fuerte, lo que supuso en la práctica el privilegio de algunos clanes y la persecución de otros.
Como estado Socialista, Somalia entró dentro de la esfera de la Unión Soviética, lo que proporcionó recursos para garantizar la prosperidad del país. Durante más de 15 años esto permitió que la alfabetización llegara a todos los rincones de Somalia, así como la creación de una incipiente industria. A pesar de que Barre vistió su dictadura de socialista, la identidad cultural y nacional siempre estuvo por delante, con lo que se preservó el Islam y se mejoró las relaciones con el mundo árabe. Esto cristalizó en 1974 con la inclusión de Somalia dentro de la Liga Árabe.
El ansia nacionalista de unificar a toda la población somalí llevó a Barre a declarar la guerra a Etiopía por primera vez desde que llegó al poder. El dictador buscaba aprovecharse de la inestabilidad etíope tras la llegada al poder del Derg, pero se encontró con una resistencia apoyada por Cuba y otras potencias socialistas. Si bien la superioridad somalí parecía evidente, pronto el castillo de naipes se derrumbó cuando la Unión Soviética decidió retirar el apoyo a Somalia. La Guerra de Ogadén (1977 - 1978) duró menos de un año, tras la cual el poder de Barre se comenzó a resquebrajar.
Inicialmente, las protestas eran tibias, con mucho miedo ante la posible respuesta militar del gobierno, pero a lo largo de los años 80, la resistencia se fue organizando en múltiples grupos que se distribuyeron por todo el país. A partir de 1988, algunos grupos tomaron las armas y comenzaron a enfrentarse al ejército somalí, lo que aceleró la inestabilidad. No es fácil establecer en qué momento comenzó la Guerra Civil en Somalia, pero sí que sabemos que Siad Barre fue derrocado en 1991 y que toda la estructura estatal colapsó.
Una guerra civil en múltiples frentes
Tenemos tendencia a simplificar la idea de guerra civil en un conflicto que enfrenta a dos facciones por el poder en un país. En muchas ocasiones esto es mucho más complejo, y podemos pensar en Somalia tras la caída del régimen socialista como el peor ejemplo de una guerra civil en múltiples frentes.
La razón es simple: no solo colapsó el estado, sino que también colapsaron gran parte de las organizaciones de resistencia en grupos más pequeños en los que tenían prevalencia el territorio, los clanes, los subclanes y los intereses de un puñado de señores de guerra. No voy a intentar describiros la situación, así que mejor os dejo un mapa de la distribución de poder en Somalia a comienzos de los 90.
He leído a algún autor referirse a esta Somalia como un estado de taifas, pero creo que los reinos de Taifas de la península Ibérica gozaban de una estabilidad mucho mayor. En Somalia el vacío de poder era absoluto. El mapa que veis más arriba es simplemente una simplificación de los territorios en los que el poder de alguna facción era superior al de otras, pero las fronteras entre los distintos grupos eran fluidas y muy cambiantes.
Entre todos los grupos, hubo uno que tuvo una importancia especial, el Movimiento Nacional Somalí4. Se había fundado en 1982 y había logrado ser el que tenía mayor presencia y apoyos en el norte del país. Sus estatutos buscaban mantener la unión de toda Somalia, pero con los grandes problemas a los que se enfrentaba el sur, decidió cambiar el rumbo y declarar la independencia de Somalilandia en 1991, abarcando todo el territorio de la antigua colonia de la Somalilandia Británica.
Más de 30 años más tarde, Somalilandia continúa siendo un estado independiente de facto, aunque el reconocimiento internacional ha sido inexistente hasta recientemente5. A pesar de esa falta de reconocimiento, Somalilandia opera como un estado con todas sus instituciones. Tiene una constitución en vigor que se aprobó en 2001, se celebran elecciones democráticas de forma regular6 y tiene moneda propia.
Quizá este éxito explique por qué otras regiones también buscaron autonomía a lo largo de los 90, como es el caso de Puntlandia, en torno al cabo de Guardafui, y Jubalandia, al sur del país. Estas dos regiones no persiguieron de forma activa la independencia, sino que buscaron la estabilidad mediante un gobierno autónomo que, cuando fuera oportuno, apoyaría la reunificación de Somalia bajo un gobierno central.
En 2014, Jubalandia firmó un acuerdo con el gobierno central de Somalia, con lo cual terminaba con sus aspiraciones de autonomía. Puntlandia aún opera de forma autónoma, pero como miembro de la federación estatal de Somalia7. Esa diferencia entre el unionismo de Puntlandia y el separatismo de Somalilandia ha llevado a múltiples enfrentamientos entre ambas regiones en la zona fronteriza que en la actualidad se mantienen activos.
Al-Shabaab y el islamismo somalí
Somalia es un país de tradición islámica. De hecho, fue una de las primeras regiones no árabes que adoptaron el Islam, tal y como demuestran los minaretes de la Mezquita de las Dos Quiblas, en el norte del país, que datan del siglo VII. La población de la región, a pesar de los cambios políticos, se ha mantenido fiel al Islam desde entonces y en la actualidad profesan esta religión la práctica totalidad del país.
Por esto no debe sorprender el peso de la Unión de Tribunales Islámicos a comienzos de los 2000. Tras una década en la que Somalia había estado sumida en la más absoluta ausencia de estado, varias organizaciones islámicas se unificaron y comenzaron a ganar la simpatía de la población. A lo largo de 2006 consiguieron que su poder se extendiera a lo largo de casi todo el territorio de Somalia, que no estaba controlado por Puntlandia y Somalilandia.
La Unión de Tribunales Islámicos había logrado en 2006 lo que ningún otro grupo había conseguido en los quince años previos de guerra. Ese control de una organización islamista comenzó a incomodar a la comunidad internacional8, sobre todo a la vecina Etiopía, quien no dudó en iniciar una intervención armada en 2006. Esta intervención, que contó con el apoyo de Estados Unidos, tuvo bastante éxito y logró sitiar sin muchos problemas Mogadiscio, la capital, pero se encontró con una importante resistencia en las zonas más rurales. Especialmente de la mano de al-Shabaab.
Al-Shabaab era una organización militar islámica juvenil ligada a la Unión de Tribunales Islámicos, aunque no tardó en radicalizarse tras la intervención internacional. Para al-Shabaab el mensaje que tenía que vender a la población civil era muy sencillo: gente con otra religión y otra cultura estaba tomando Somalia para imponer una visión del mundo que no tenía nada que ver con lo que un somalí de a pie quería. Etiopía había derrocado sin problema a la Unión de Tribunales Islámicos, pero tan solo tres años más tarde al-Shabaab y otros grupos islámicos más radicales habían recuperado gran parte del territorio al sur.
Al-Shabaab ganó reconocimiento mundial por el pulso que mantuvo con el gobierno central de Somalia entre 2011 y 2013, pero posiblemente nos sonaría mucho menos si no hubiese jurado lealtad a al-Qaeda en 2012. Desde entonces pasó a considerarse como organización terrorista por múltiples países, pero tiene la ventaja de operar en un país que aún carece de una estructura estatal fuerte. Esto permite que al-Shabaab actúe libremente en su territorio e, incluso, pueda realizar incursiones en países vecinos como Kenia o Etiopía.
¿Y ahora qué?
La situación en Somalia todavía es muy complicada. El conflicto se ha simplificado, ya que hay menos actores operando; sin embargo, aún se mantiene vivo y, posiblemente, esté lejos de una resolución.
Somalilandia continúa actuando como un país independiente de facto, aunque se enfrenta desde 2023 a un conflicto con el clan Dhulbahante en Las Anod, la capital de la región de Sool. Puntlandia, que durante una década se había mantenido fiel al gobierno federal, dejó de reconocer su autoridad el 30 de abril de 2024, después de un cambio constitucional unilateral llevado a cabo por el gobierno federal. Más al sur, Al-Shabaab continúa con la lucha activa, aunque su influencia está limitada al ámbito rural.
A lo largo de más de 30 años, la intervención internacional ha sido bastante limitada. La Unión Africana ha apoyado durante los últimos años al gobierno federal somalí, principalmente para establecer estabilidad en Somalia, e indirectamente para impedir un posible contagio a Etiopía y Kenia. La preocupación de Occidente ha estado casi limitada al peligro de un país que entrenase a terroristas islámicos y la inestabilidad del golfo de Adén ante la proliferación de piratas. La lucha contra la piratería se atacó de la forma más económica posible y sin ningún interés por solucionar el problema de raíz: permitir que las compañías navieras contratasen seguridad privada para luchar contra los piratas.
Mientras tanto, Somalia sigue sumiéndose en un pozo del que cada vez parece más difícil salir. 4 de los 14 millones de habitantes del país son desplazados internos9 y 2 millones más han tenido que abandonar el país. Es el tercer país del mundo con una esperanza de vida más baja, 56,7 años. Un 54,4 % de la población vive con menos de dos dólares al día. Por si todo esto fuera poco, las sequías son cada vez más recurrentes y, sin un estado que pueda establecer un plan, el impacto de las sequías será cada vez mayor en la población.
Es difícil saber lo que el futuro traerá, pero ahora mismo el futuro pinta negro para la población somalí.
La idea original era para llamar la atención sobre países que podrían caer en la anarquía tras el fin de la Guerra Fría y la fuerte intervención de Estados Unidos, la Unión Soviética y los países aliados de ambos.
El Cuerno de África es la región que engloba Somalia, Yibuti y Etiopía. Algunas definiciones más amplias también incluyen Eritrea y Kenia.
Conflictos territoriales generalizados en África gracias a las fronteras trazadas por los europeos durante el periodo colonial.
SNM, en azul en el mapa superior.
En 2023, Taiwán comenzó a tratar a Somalilandia como país independiente y este mismo año, en 2024, Somalilandia y Etiopía han llegado a un acuerdo comercial, que permite a Etiopía acceder al mar a cambio de un posible reconocimiento futuro.
Como veremos luego, no siempre totalmente fiel.
Hay que contextualizar que esto sucedió únicamente cinco años después del 11-S, cuando la intervención en Irak y en Afganistán eran muy recientes, y el terrorismo islámico era una preocupación de primer orden en Occidente.
Se estima que la mayoría de los desplazados internos son por cuestiones climáticas.
Tremendamente interesante Miguel. Había leído ciertas menciones y explicaciones generales en un par de libros de geopolítica, pero hasta ahora, tu resumen me ha dado más contexto que todos ellos. Muchos de estos conflictos pasan totalmente desapercibidos para el ciudadano occidental de a pie.
Un abrazo.
Gracias por compartir, porque este conflicto suele quedar en las sombras mediáticas. Este tipo de análisis nos recuerda la importancia de no olvidar a los pueblos que enfrentan realidades tan complejas y devastadoras. ¡Se agradece el esfuerzo por informar y generar conciencia!