Astérix el Galo: el comienzo de un gran camino

La génesis de un ícono como Astérix no es simplemente el resultado de una idea brillante surgida de la nada, sino más bien el producto de un proceso donde la creatividad y la colaboración entre dos mentes maestras: René Goscinny y Albert Uderzo. Un camino que dio como resultado al guerrero galo más famoso del cómic internacional Astérix. Junto a él, Obelíx, el repartidor de menhires, Abraracúrcix, el jefe de la aldea y Panorámix, el druida. Pilares de una serie vigente 64 años después. René Goscinny y Albert Uderzo, dos visionarios del mundo del cómic, se encontraron en un momento crucial en la historia de la narrativa gráfica. Ambos compartían una pasión por la cultura, la historia y el humor, elementos que se entrelazaron de manera magistral en la creación de Astérix y sus compañeros de aventuras.

La historia comienza un día en París, donde Goscinny y Uderzo se reunieron en el modesto estudio de trabajo del guionista. Ya habían creado juntos a «Umpah-pah el piel roja» («Oumpah-pah le Peau-Rouge») y a «Juan Pistola» («Jehan Pistolet«) y sabián ellos mismos la química que tenían juntos. Sentados frente a un simple folio en blanco, las mentes creativas se dispusieron a dar forma a un nuevo proyecto, ajeno a cualquier cosa que hubieran creado antes. Goscinny, con su aguda mente para los diálogos y las tramas ingeniosas, y Uderzo, con su habilidad para dar vida a personajes vibrantes y escenarios detallados, eran un equipo perfecto. La sinergia entre ellos era evidente desde el primer momento, y su colaboración se convertiría en una de las más exitosas y duraderas en la historia del cómic.

El proceso creativo comenzó con una lluvia de ideas. Goscinny y Uderzo se sumergieron en un mar de posibilidades, explorando diferentes conceptos, personajes y escenarios. La Galia antigua, con su rica historia y su resistencia legendaria frente al poder romano, emergió como un telón de fondo perfecto para las aventuras de sus protagonistas. A medida que la tormenta de ideas avanzaba, los contornos de Astérix y sus amigos comenzaron a tomar forma. Astérix, el diminuto guerrero galo dotado de una inteligencia y astucia inigualables, se erigió como el héroe indiscutible de la historia. Su compañero, Obélix, el gigante de corazón tierno y devoto amigo, se convirtió en el complemento perfecto para Astérix. En contraposición a las referencias que venían de América al continente europeo enfocadas en lo heróico, ellos querían unos personajes «de otra manera». Para Goscinny, el personaje principal tenía que ser bajito, enclenque y malencarado. Un antihéroe, en definitiva, con la idea de ir contra todos los códigos establecidos en el mundo del comic del momento.

Por otro lado, en la aldea gala se necesitaba más que dos personajes valientes. De ahí surgieron varios de los secundarios que son un referente actualmente. En primer lugar, el jefe carismático y bonachón era necesario para liderar a su pueblo contra las fuerzas invasoras. Así nació Abraracúrcix, el jefe de la aldea, cuya presencia imponente y su amor por el festín y la justicia lo convirtieron en un personaje inolvidable. Y qué sería de una aldea gala sin su sabio druida, el portador del conocimiento y la magia ancestral. Panorámix, el venerable druida de la aldea, se convirtió en el guardián de los secretos del mundo antiguo, cuyas pociones mágicas y sabiduría inigualable ayudarían a los galos en sus luchas contra los romanos. Pero Astérix y sus compañeros no estarían completos sin ese cantante “magnifico”, Asurancetúrix, con su habilidad para cantar fuera de tono y su propensión a meterse en problemas, que añadió ese toque de humor y ese arte incomprendido de la música. A medida que los personajes cobraban vida en el papel, Goscinny y Uderzo crearon algo muy especial, algo que trascendería el tiempo y el espacio para convertirse en parte del imaginario colectivo de generaciones de lectores.

El 29 de octubre de 1959, «Astérix El Galo»(«Astérix le Gaulois«) hizo su debut en las páginas de la revista Pilote, atrapando a los lectores con todas las características que tiene una buena creación. Desde entonces, la serie se ha convertido en un fenómeno global, traducido a 111 idiomas y dialectos, incluido griego antiguo y latín, habiendo vendido en todo el mundo más de 380 millones de ejemplares. No es para menos, pues de «Astérix el Galo» parte la magia de una serie ya atemporal y aquí está la esencia de todo lo que después se desarrolla. Donde todo comienza.

Este comienzo de 2024 se ha llevado a cabo una nueva edición del volumen de “Astérix El Galo” que edita Bruño Editorial/ Salvat con 16 páginas de extras, donde explican los recovecos de la creación de los personajes, incluyendo escáneres de documentos originales mecanografiados del guion de René Goscinny y un dibujo original realizado a lápiz y tinta por Albert Uderzo para la primera plancha del álbum. Todo un lujo de extras para deleitarse. Además, siempre es bueno recordar a los traductores de la obra española que son Xavier Senín, Isabel Soto, Alejandro Tobar y Daniel Barat. Gracias a su trabajo tenemos esos juegos de palabras tan bien traducidos que tanto le gustaban a Goscinny. Es por ello que la reedición y la continuación de las historias de Astérix son una decisión acertada. Permiten que las nuevas generaciones de lectores, especialmente los más jóvenes y los niños, descubran y se enamoren de las aventuras de estos intrépidos galos. A través de las páginas de Astérix, los lectores pueden explorar la historia, la cultura y los valores de la antigua Galia de Goscinny y Uderzo de una manera divertida y emocionante (y trasponerlos a nuestra sociedad, no tan diferente). En un mundo cada vez más dominado por la tecnología y las pantallas digitales, las historias atemporales como las de Astérix ofrecen una oportunidad inigualable para fomentar la lectura, la imaginación y el pensamiento crítico en los jóvenes. Además, las lecciones de amistad, valentía y resistencia frente a la adversidad que se encuentran en las páginas de Astérix son más relevantes que nunca en la sociedad actual.

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