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Moldavia suspende el acuerdo que limita las tropas extranjeras en su territorio debido a la amenaza rusa

Chisinau da este paso después de que la región separatista de Transnistria pidiera ayuda a Moscú

Maia Sandu
La presidenta moldava, Maia Sandu, durante la celebración el 23 de febrero de la apertura de negociaciones con la Unión Europea para la adhesión de su país al bloque.VLADISLAV CULIOMZA (REUTERS)

El Gobierno moldavo ha suspendido su participación en el Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE). Con esta medida, este pequeño país de Europa del Este podrá permitir el despliegue de más tropas extranjeras en su territorio. Chisinau ha dado este paso tras varias insinuaciones por parte de Moscú y el territorio separatista moldavo de Transnistria sobre una hipotética intervención militar rusa en su territorio. La última, una disertación este lunes del vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, con un mapa de fondo en el que grandes partes de Ucrania y Moldavia estaban ocupadas por Rusia.

El tratado FACE, firmado por 16 miembros de la OTAN y seis del Pacto de Varsovia un año antes de la disolución de la Unión Soviética, limita los contingentes militares de cada bloque desplegados en el este de Europa y el Cáucaso. Uno de los puntos del pacto, firmado por Moscú de nuevo en 1999, establecía que Rusia retiraría sus tropas tanto de Moldavia —desplegadas en Transnistria— como de Georgia —en la región separatista de Abjasia—, algo que nunca sucedió. En noviembre de 2023, un año y medio después de invadir Ucrania (también parte del tratado), Rusia abandonó el pacto.

“Se ha producido un cambio fundamental respecto a las circunstancias en las que fue firmado el tratado el 19 de noviembre de 1990 (...) Moldavia suspende el tratado con la posibilidad de regresar a él más adelante″, ha anunciado el secretario de Estado para la Defensa de Moldavia, Valeri Mizha, una semana después de que el Parlamento de Transnistria, enclave fronterizo con Ucrania, pidiese ayuda a Moscú “ante la creciente presión del Gobierno moldavo”.

Moldavia, antigua república soviética, anclada entre Ucrania y Rumania, es otro frente en la disputa entre Rusia y la Unión Europea. El Gobierno proeuropeo de Maia Sandu ha sufrido numerosas presiones desde Moscú desde que fue elegida presidenta en 2020, incluidos cortes en el suministro de gas. El enfrentamiento en Transnistria, región considerada prorrusa, se ve como un pretexto para una posible intervención militar rusa, como ya esgrimió Moscú con la región de Donbás para atacar Ucrania. Moldavia, por su parte, se ha limitado a aplicar más firmemente sus restricciones comerciales con una región que vive en un limbo legal gracias a la protección de una base rusa.

El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, acusó este miércoles a las autoridades moldavas de ser “rusófobas” y aceptó el llamamiento de los separatistas. “En Transnistria vive gente que no está de acuerdo con Chisinau (...) Esperamos que las autoridades no elijan la confrontación y la represión, sería un desastre. La gente de Transnistria vive en condiciones muy difíciles y necesitan ayuda de muchas maneras. Rusia está abierta a esta ayuda”, ha declarado el portavoz del Kremlin.

Rusia ha dejado caer que Moldavia podría ser un objetivo militar en varias ocasiones desde que comenzó la guerra de Ucrania. Al principio de la ofensiva, en abril de 2022, uno de sus generales afirmó que el plan inicial incluía tomar el sur de Ucrania —Odesa— y avanzar por el litoral hasta Transnistria. Esa misma idea la expuso este lunes el expresidente ruso Dmitri Medvédev, también alto cargo del Consejo de Seguridad nacional. Con un mapa en el que Ucrania quedaba reducida a una minúscula región en torno a Kiev, y Rusia llegaba hasta la frontera rumana, Medvédev fue rotundo: “Nuestro presidente ha sido preciso sobre nuestras fronteras: Las fronteras de Rusia no acaban en ningún sitio”.

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Intentos de desestabilizar

Además, el Servicio de Inteligencia y Seguridad (SIS) de Moldavia reveló el martes un complejo esquema elaborado por la Federación Rusa para desestabilizar e influir en la vida política y social del país. Según el jefe del espionaje moldavo, Alexandru Musteata, los datos de los que disponen indican “una intensificación sin precedentes de acciones cometidas por Rusia”, con el objetivo de “comprometer” la entrada de Moldavia en la Unión Europea, socavar el desarrollo de procesos democráticos y mantener al país bajo la esfera de influencia rusa.

“Tenemos información de que se están llevando a cabo intentos para comprometer el referéndum sobre la integración europea e interferir en las elecciones presidenciales [que se celebrarán este otoño], así como denigrar las instituciones y los candidatos que promoverán la adhesión a la UE”, explicó Musteata en una rueda de prensa en Chisinau. La próxima etapa, prosiguió, se prevé que comience en 2025, con el asalto al Parlamento mediante la inclusión de partidos políticos sumisos al Kremlin tras las generales que se organizarán ese año.

El opositor prorruso Ilan Sor, impulsor de manifestaciones antigubernamentales y huido en Israel tras ser condenado a 15 años de prisión por fraude y blanqueo de capitales, lidera las operaciones subversivas, de acuerdo con el SIS. La estrategia consiste en boicotear el plebiscito por el que los ciudadanos decidirán si desean integrarse en la familia comunitaria, ya sea a través de un apoyo explícito al voto en contra o intentar añadir una pregunta adicional que engañe al votante y desacreditar el camino europeo. El Kremlin tratará de que la consulta no sobrepase el umbral de presencia del 33% y tampoco supere el 50% de votos a favor para no validarla.

Asimismo, el director del SIS avisó de que prevén protestas a partir de este mes que podrían acabar siendo incluso violentas y de que plataformas como Telegram y TikTok serán los principales canales de propaganda, aunque alertó de que ya han constatado que se ha multiplicado el contenido anónimo patrocinado en Facebook desde el pasado verano contra la actual presidenta y candidata favorita, Maia Sandu. Moscú pretende apoyar la entrada de fuerzas políticas prorrusas en el Parlamento moldavo a través de la corrupción política, ofreciendo beneficios a los electores y utilizando encuestas y estudios falsos para manipular a la opinión pública, pero también mediante la financiación ilegal de formaciones y organizaciones por medio de transferencias de dinero en efectivo de Rusia a Moldavia, recalcó Musteata.

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