Astronomía en la Antigüedad

Así funcionaba el calendario en el antiguo Egipto

Techo astronómico en la cámara funeraria de la tumba de Ramsés VI (KV9) en el Valle de los Reyes.

Techo astronómico en la cámara funeraria de la tumba de Ramsés VI (KV9) en el Valle de los Reyes.

Techo astronómico en la cámara funeraria de la tumba de Ramsés VI (KV9) en el Valle de los Reyes.

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La observación de los fenómenos astronómicos llevó a los egipcios a desarrollar una cultura fundamentada en ellos. Es decir, para los antiguos egipcios fue el ciclo solar el que marcaba el ritmo de su vida y el del país. Re, dios del Sol, surcaba los cielos por la mañana y la ultratumba durante la noche, superando a los enemigos de las tinieblas para resucitar, al día siguiente, con toda su fuerza. Así, día tras día, se sucedían el ciclo de la luz y de la oscuridad, el de la vida y de la muerte.

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La economía de los antiguos egipcios se basaba en la agricultura. Vivían de lo que les daba la tierra, y el ciclo que regía la vida agrícola era el del Nilo, el río que regaba sus cultivos y los inundaba con su limo fertilizante de forma regular cada año. La necesidad de prever las cíclicas inundaciones del Nilo, la retirada de las aguas o las épocas de siembra y de siega llevó a los egipcios a elaborar un minucioso calendario. 

Sirio marca la inundación del nilo

En Egipto existían dos calendarios. Uno oficial, de carácter religioso y administrativo, y otro agrícola. El calendario oficial tenía un año de 365 días dividido en doce meses de 30 días cada uno, organizados en tres periodos de 10 días. Para ayudar a ajustar el calendario al ciclo solar se añadían cinco días (llamados epagómenos, es decir, añadidos) a cada año.

La leyenda atribuye al dios Thot el origen de los días epagómenos; se dice que los ganó jugando a las damas y se los regaló a su amante Nut, diosa del Cielo. Este calendario tenía un ligero desajuste con el ciclo solar (que nosotros corregimos añadiendo un día cada cuatro años, con los años bisiestos).

Para ayudar a ajustar el calendario al ciclo solar se añadían cinco días, llamados epagómenos.

La diosa del cielo Nut representada en el Papiro Greenfield. Museo Británico, Londres.

La diosa del cielo Nut representada en el Papiro Greenfield. Museo Británico, Londres.

La diosa del cielo Nut representada en el Papiro Greenfield. Museo Británico, Londres.

PD

Por su parte, el calendario agrícola estaba marcado por las inundaciones del Nilo. Estaba formado por 365 días y 6 horas. La aparición de la estrella Sirio o Sotis en el horizonte coincidía con el inicio de la inundación anual. La estrella es visible durante un breve espacio de tiempo ya que coincide con la salida del Sol, y con su luz la estrella deja de verse.

La primera descripción que se tiene de esta estrella es de la época del faraón Dyer, de la dinastía I, en una tableta de marfil procedente de Abidos. Se la representa como una vaca sentada con una planta (ideograma de "año") entre sus cuernos. En los Textos de las pirámides se la describe como unida a Osiris, dando luz a la estrella de la mañana. Para los egipcios se trataba de la estrella más importante.

El primer calendario

El calendario civil y el agrícola tenían un desajuste con el ciclo solar y solo podían coincidir cada 1.456 años (años de duración del ciclo sotíaco). Se conoce una sincronización de los dos ciclos en el año 139 d.C., en época del emperador Antonino Pío, lo que se conmemoró con la emisión de una moneda en Alejandría.

Ambos calendarios dividían el año en tres estaciones. La primera era Akhet, la inundación de las orillas del Nilo. Iba de mediados de julio hasta finales de octubre. La segunda estación, de noviembre a febrero, era Peret; el agua se había retirado dejando sobre el suelo el limo rico como adobo fértil. Era el momento de preparar la tierra y plantar las semillas. Chemu era la última de las estaciones: la siega, que duraba de marzo a principios de julio. Cerca del 18 de julio volvía a aparecer Sotis y comenzaba de nuevo el ciclo de inundaciones.

El año se dividía en tres estaciones: Akhet, la inundación; Peret, la siembra, y Chemu, la siega.

Zodíaco de Dendera. Museo del Louvre, París.

Zodíaco de Dendera. Museo del Louvre, París.

Zodíaco de Dendera. Museo del Louvre, París.

PD

La ciencia astronómica en el antiguo Egipto se desarrolló para la medición del tiempo y la orientación de edificios religiosos y funerarios. Se determinó con bastante exactitud el polo Norte y su variación a lo largo de los siglos.

Dieron nombre a estrellas, constelaciones y planetas. Dividieron el cielo en 36 constelaciones, también llamadas "decanos" ya que cada una abarcaba 10º, a modo de calendario y reloj nocturno. También dividieron el día en 24 horas. Cada hora tenía su nombre, y su representación femenina es muy común en el Reino Nuevo.

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La observación de las estrellas

Existían tres instrumentos básicos con los que los antiguos egipcios observaban los astros: el gnomon (palo vertical que mide la altura del Sol a partir de la proyección de su sombra); el merjet, que se utilizaba en la astronomía lunar y era similar a una plomada, y, por último, el intercolumpio, un palo ahorquillado usado en la observación de las estrellas.

Representación del cielo astronómico de la tumba de Senenmut en Deir el-Bahari. MET, Nueva York.

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PD

Una de las representaciones astronómicas más conocidas es la que aparece en la tumba de Senenmut, arquitecto de la reina Hatshepsut, en Deir el-Bahari.

Algunas tumbas del Reino Nuevo cuentan con representaciones astronómicas en los techos, como es el caso de la cámara funeraria de la tumba de Seti I en el Valle de los Reyes. Una de las más conocidas es la de Senenmut, arquitecto de la reina Hatshepsut, en su tumba de Deir el-Bahari.

En esta representación aparecen doce círculos que simbolizan el primer día de cada mes. Cada círculo está dividido en 24 partes, que son las horas del día. Los círculos están repartidos en tres secciones (las estaciones) de un rectángulo. De la misma manera que cada año se renovará el ciclo de vida, lo mismo le sucederá al difunto en su ciclo de vida y muerte.

Otro de los calendarios a destacar es el del templo funerario de Ramsés II, el Ramesseum. En este lugar se representan los doce meses del año, los cinco días epagómenos, la estrella Sotis, el dios Thot (dios de la medida, la exactitud y la ciencia) y las tres estaciones.