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Algo va fatal cuando lo del mes más cálido de la historia deja de ser noticia
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Jose Luis Gallego

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Algo va fatal cuando lo del mes más cálido de la historia deja de ser noticia

Más allá de nuestro nivel de preocupación, la sucesión de récords de calor, mes a mes, año tras año, confirma que el calentamiento global se está acelerando. Y lo más preocupante es que no preocupe

Foto: 2024 también ha arrancado batiendo récords históricos de calor. (Reuters/A. Machado)
2024 también ha arrancado batiendo récords históricos de calor. (Reuters/A. Machado)

Si, como dicen, lo común es enemigo de la sorpresa, es normal que la noticia de que acabamos de superar el mes de enero más cálido jamás registrado no sorprenda a nadie. Ni que llevemos ocho meses consecutivos batiendo récords de altas temperaturas, que 2023 fue el año más cálido desde que se tienen registros o que, desde los años ochenta, cada nuevo decenio haya sido más caluroso que el anterior. De hecho, una de las noticias más inquietantes es que llevamos doce meses seguidos con temperaturas 1,5 grados por encima de la media, que es el límite que nos impusimos en el Acuerdo de París para evitar los peores escenarios. Sin embargo, nada de todo ello parece merecer nuestra atención.

Porque lo común desde hace mucho tiempo es que cada mes sea más cálido que el del año anterior. Por eso ya nadie se sorprende. Y en esa indiferencia, en ese desdén hacia la alerta, radica una de las mayores amenazas de la crisis climática. Una crisis que se agrava mes a mes, año a año, sin que nadie parezca interesarse por las razones, ni mucho menos por los remedios.

Hay una metáfora, la de la rana hervida en la olla, que ilustra perfectamente los riesgos de esa falta de reacción a la amenaza, en este caso la del lento, pero constante aumento de la temperatura del planeta como consecuencia del cambio climático. Si una rana salta dentro de una olla de agua hirviendo tardará apenas un segundo en saltar fuera para librarse de una muerte segura. Sin embargo, si metemos una rana dentro de una olla de agua fría y la vamos calentando poco a poco, décima a décima, la rana no percibe la amenaza y para cuando quiere reaccionar, ya está cocida. En la metáfora, nosotros somos la rana y el planeta es la olla.

Foto: Los megaincnedios que asolan el Mediterráneo están directamente relacionados con el cambio climático. (EFE/Kostas Tsironis)

El mes pasado la Organización Meteorológica Mundial (OMM) volvía a advertir de los riesgos de seguir sin "abrir los ojos a lo que está pasando". De desoír, no ya los pronósticos, sino las evidencias científicas sobre el constante calentamiento del planeta. Para su secretaria general, la profesora Celeste Saulo más allá de cualquier otro acontecimiento, por grave que sea, "el cambio climático sigue siendo el mayor reto al que se enfrenta la humanidad, y no podemos aguardar más a responder. Aunque ya se estén tomando medidas: debemos hacer mucho más y hacerlo de manera urgente".

¿A qué espera la humanidad?

La despreocupación general ante un pronóstico tan claro y unos síntomas tan evidentes dice muy poco de nosotros, o quizá lo diga todo. Por eso algunos muestran un nivel cada vez más elevado de desesperación en sus declaraciones, como evidenciaba hace unas semanas el propio secretario general de la ONU. "La actividad humana está abrasando la tierra —insistía de nuevo António Guterres—. En 2023 vivimos un mero anticipo del futuro catastrófico que nos aguarda si no actuamos de inmediato al aumento sin precedentes de las temperaturas". Y como nos recuerda la directora de la OMM todos sabemos lo que significa actuar de inmediato: "reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), abandonar los combustibles fósiles y culminar la transición hacia las energías renovables".

placeholder Estado actual del embalse de Guadalteba, en Málaga. (EFE/Daniel Pérez)
Estado actual del embalse de Guadalteba, en Málaga. (EFE/Daniel Pérez)

En cambio, mientras los termómetros marcaban este mes de enero las temperaturas más altas jamás registradas para la fecha, las emisiones mundiales de GEI también alcanzaron máximos históricos. De ese modo, todo hace pensar que superaremos el umbral de 1,5 °C mucho antes de lo previsto, probablemente antes de que acabe esta década. De hecho, según el servicio de cambio climático Copernicus (C3S) de la Unión Europea, la temperatura promedio del aire en superficie en enero fue de 13,14 °C a nivel global, superando en 0,7 °C el promedio para un mes de enero durante el periodo de referencia más actual (1991-2020) y en 1,66 °C la media estimada para enero durante el periodo de referencia preindustrial (1850-1900)

A todo esto, aquí la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) intentaba de nuevo llamar la atención sobre el avance del calentamiento global en nuestro país al apuntar que el pasado mes de enero se batieron más de un centenar y medio de récords de calor en diferentes puntos del territorio español, incluido el de los 30,7 grados registrados el día 25 en el observatorio de Gavarda, en la comarca valenciana de la Ribera Alta: la temperatura más alta de la historia registrada para un mes de enero en toda Europa. Y lo peor podría estar aún por venir.

Foto: Científicos analizando la pérdida de hielo en el Ártico. (EFE)

Atendiendo a los datos acumulados, las previsiones de los científicos apuntan que 2024 volverá a situarse entre los años más calurosos, con un aumento de la temperatura superior al grado y medio. Incluso algunos modelos señalan, con un 60% de probabilidad ya a estas alturas del año, que 2024 superará a 2023 como año más cálido de la historia.

Lo expuesto hasta aquí indica que vamos fatal para intentar evitar los peores escenarios de la crisis climática. Por eso es necesario que estas noticias despierten el interés de todos los ciudadanos y motiven la reacción inmediata del conjunto de la sociedad. Porque, aunque la amenaza del cambio climático es cada vez más seria, nunca habíamos dispuesto de tanta información sobre sus causas ni habíamos tenido tan definidas las respuestas necesarias para mitigarla.

Si, como dicen, lo común es enemigo de la sorpresa, es normal que la noticia de que acabamos de superar el mes de enero más cálido jamás registrado no sorprenda a nadie. Ni que llevemos ocho meses consecutivos batiendo récords de altas temperaturas, que 2023 fue el año más cálido desde que se tienen registros o que, desde los años ochenta, cada nuevo decenio haya sido más caluroso que el anterior. De hecho, una de las noticias más inquietantes es que llevamos doce meses seguidos con temperaturas 1,5 grados por encima de la media, que es el límite que nos impusimos en el Acuerdo de París para evitar los peores escenarios. Sin embargo, nada de todo ello parece merecer nuestra atención.

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