Nuevos y graves problemas encuentra un robot bajo el glaciar del Juicio Final

A miles de metros bajo el hielo macizo del glaciar Thwaites, un bot grabó peculiares características en donde el deshielo es mucho más rápido de lo esperado. Es una funesta señal de la subida del nivel del mar.
Robot submarino Icefin bajo el hielo de la Antrtida
Imagen: Rob Robbins/USAP

Icefin, el robot autónomo submarino, está diseñado para llegar a donde ningún ser humano puede. Nadando frente a la costa de la Antártida y bajo 60 metros de hielo, la máquina con forma de torpedo desciende a través de un pozo que fue perforado con agua caliente, toma lecturas y hasta videos de la vulnerable parte inferior del glaciar Thwaites. Este trozo de hielo, mayor que Nicaragua y algo más pequeño que Uruguay, también se conoce como el Glaciar del Juicio Final, y tiene ese alias por una buena razón. El Thwaites se está deteriorando rápidamente, y si se derrumba, el nivel global del mar podría subir más de 30 cm. Además, su muerte podría arrastrar a los glaciares circundantes, lo que añadiría otros tres metros a la subida del nivel del mar.

En un par de artículos publicados ayer en la revista Nature, los científicos describen lo que Icefin y otros instrumentos han descubierto bajo todo ese hielo. Para resumirlo: puros problemas. Los modelos de la futura subida del nivel del mar, normalmente describen a la parte del glaciar que flota en el océano, conocida como plataforma de hielo, con una parte inferior bastante simple y plana, pero el robot descubrió que el 10% de esta es mucho más complejo. Por ejemplo, hay terrazas de paredes verticales de más de diez metros de altura; en ellas el deshielo es mucho más rápido que en las zonas planas. Esa pequeña porción "aporta el 25% del deshielo que vemos. Así que es un impacto realmente desmesurado", declara Britney Schmidt, científica planetaria y de la Tierra de la Universidad de Cornell, quien dirige el proyecto Icefin. Es la autora principal de uno de los trabajos y coautora del otro.


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El problema del deshielo

Perforación con agua caliente en la Antártida

Imagen: Peter Davis/British Antarctic Survey

"Lo que sabemos de Thwaites es que se está desmoronando", confiesa Schmidt, "lo hemos estado observando durante los últimos 30 años, viendo cómo las grietas y las fisuras se propagaban por el sistema y desestabilizaban toda la plataforma de hielo. Y lo que estamos mostrando aquí es la forma en que el océano actúa en estos puntos débiles y, en cierto sentido, los empeora".

Para desplegar el Icefin y otros instrumentos, Schmidt y sus colegas perforaron cerca de la línea de tierra del glaciar, el punto en el que el hielo se desprende de la masa de tierra antártica y empieza a flotar en el mar. El riesgo de deshielo del Thwaites no se debe al aumento de las temperaturas atmosféricas, sino al de las oceánicas. Desde finales de la década de 1990, su línea de tierra ha retrocedido 16 kilómetros tierra adentro, lo que significa que ahora una mayor parte del hielo del glaciar entra en contacto con agua salada caliente. Un fenómeno conocido como tidal pumping (bombeo de marea) no ayuda: con este, el hielo se hincha cuando sube la marea, lo que permite que pase más agua por debajo.

Para desplegar el Icefin y otros instrumentos, Schmidt y sus colegas perforaron cerca de la línea de tierra del glaciar.

Imagen: Peter Davis/British Antarctic Survey

Los científicos tienen buenas estimaciones de dónde se encuentra la línea de tierra en retirada, gracias a los satélites que vigilan los pequeños cambios en la elevación del hielo. Pero hasta ahora no tenían una buena imagen de cómo era el vientre del glaciar en la línea de tierra, porque está bajo miles de metros de hielo. "Estos datos son muy interesantes porque nos permiten mirar a un sistema oculto", afirma la glacióloga Christine Dow, de la Universidad de Waterloo, quien estudia los glaciares antárticos pero no participó en la investigación.


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Como una pelota de golf

Video: ITGC/Schmidt/Washam

Con Icefin, los investigadores pudieron pilotar una cámara a distancia mientras medían la salinidad, la temperatura y el contenido de oxígeno del agua. "Vimos que la propia base de hielo era muy compleja en su topografía, por lo que hay un montón de escaleras, terrazas, grietas y escisiones", destaca el oceanógrafo físico del British Antarctic Survey, Peter Davis, autor principal de uno de los artículos y coautor del otro. "La tasa de fusión en diferentes superficies era muy diferente".

En los lugares donde la superficie inferior del glaciar es más lisa, también se está produciendo el deshielo, pero a un ritmo mucho más lento que donde la topografía es irregular. Esto se debe a que una capa de agua fría descansa donde el hielo es plano, aislándolo del agua más caliente del océano, como una manta líquida. Pero donde la topografía es inclinada e irregular, hay más superficies verticales donde el agua caliente puede atacar el hielo, incluso haciendo incursiones por los lados. Este deshielo crea un peculiar aspecto curveado y con hondonadas, como el de la superficie de una pelota de golf.

Estas características basales complejas y en expansión podrían entonces influir en el resto del hielo. "Si se abren rasgos bajo el hielo, también se obtienen reflejos similares de ellos en la superficie, debido a la forma en que flota el hielo", dice Davis. "Así que existe el temor de que si se amplían estas grietas y fisuras bajo el hielo, se puede desestabilizar la plataforma, lo que podría conducir a una mayor desintegración con el tiempo".

Si te tranquiliza que las partes más planas del hielo basal estén aisladas del deshielo hasta cierto punto, destranquilízate. "Parece que lo que estamos diciendo es que hay menos deshielo que antes, y eso no es cierto", aclara Schmidt. En lugar de eso, están demostrando que el dramático deterioro de Thwaites se ha producido en condiciones más suaves de lo que los modelos estimaban anteriormente. "Eso es importante", continúa. "Significa que se necesita menos para conseguir este grado de cambio".

Video: ITGC/Schmidt/Washam

Dicho de otro modo: La parte inferior de Thwaites puede ser mucho más sensible de lo que se creía. "Lo que nos muestra es que es más fácil, tal vez, sacar a estos sistemas del equilibrio en primer lugar", indica Davis. "En el pasado, hemos asociado el retroceso rápido con el deshielo rápido. Creo que los resultados nos muestran que no es necesario un deshielo rápido para que se produzca el retroceso a tal velocidad. Lo que sí se necesita es un cambio en el deshielo. Así que se requiere de algo para que el sistema se aleje del equilibrio".

Esto es especialmente preocupante porque significa que el retroceso de la línea de tierra no puede explicarse por las altísimas tasas de deshielo basal, piensa Alexander Robel, jefe del Grupo de Hielo y Clima del Georgia Tech, que no participó en los nuevos trabajos. Si la temperatura del océano o la circulación oceánica cambiasen en el futuro", advierte Robel, "podríamos tener tasas de fusión basal aún más altas, que producirían tasas de retroceso de la línea de tierra aún más rápidas".

Comprender mejor cómo se está desmoronando Thwaites es fundamental para proyectar con qué rapidez se sumará a la subida del nivel del mar. Normalmente, las previsiones se basan sobre modelos simplificados que representan la parte inferior de las capas de hielo como plana o inclinada, en parte porque los instrumentos como Icefin apenas están empezando a cartografiarlas en detalle y, por otro lado, debido a la potencia de cálculo necesaria para analizar tal complejidad en vastas áreas.

Pero las complejas características que Icefin ha descubierto podrían ser esenciales para modelar el glaciar con mucho más detalle: "Se trata de una región clave para la estabilidad antártica", declara Dow, "cualquier dato que obtengamos de allí será enormemente valioso para intentar averiguar qué hará ese sistema en el futuro".

Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.


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