Cultura sumeria

Así se originó la escritura en la antigua Mesopotamia

Placa con texto cuneiforme inscrito descubierta en la antigua Babilonia.

Placa con texto cuneiforme inscrito descubierta en la antigua Babilonia.

Placa con texto cuneiforme inscrito descubierta en la antigua Babilonia.

iStock

"He recitado mi tablilla, he desayunado, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado de escritura, la he terminado; después me han indicado mi recitación y, por la tarde, me han indicado mi ejercicio de escritura. Al terminar la clase he ido a mi casa. He hablado a mi padre de mi ejercicio de escritura, después le he recitado mi tablilla y mi padre ha quedado muy contento… Cuando me he despertado, al día siguiente, por la mañana muy temprano, me he vuelto hacia mi madre y le he dicho: dame mi desayuno, que tengo que ir a la escuela".

Todo aquel que haya ido a la escuela y lea estas líneas seguro que recordará una escena muy similar vivida en primera persona, pero quizá le sorprenda el hecho de que este testimonio no sea el de un estudiante de nuestra época, sino el de un alumno que vivió hace más de cuatro mil años en el antiguo país de Sumer. Posiblemente se trata de uno de los primeros testimonios del aprendizaje del que está considerado como el mayor logro de la historia de la humanidad: la escritura.

Y no es de extrañar que lo encontremos plasmado, mediante unos extraños signos en forma de cuña, en una pequeña tablilla de arcilla descubierta en las cercanías de los ríos Tigris y Éufrates: fue precisamente allí, en Mesopotamia, donde este revolucionario invento vio la luz, hacia el año 3200 a.C. 

Artículo recomendado

Cilindro de arcilla con textos acadios cuniformes

Una IA ha logrado descifrar textos cuneiformes de hace 5.000 años en segundos

Leer artículo

El que traza los signos

A diferencia de Egipto, donde la escritura nació ya plenamente desarrollada y con fines religiosos y mágicos, en Sumer estuvo desde el principio íntimamente ligada a los aspectos más mundanos de la sociedad. Las tablillas más antiguas halladas consisten en registros para controlar los ingresos y gastos de los templos de las ciudades: contienen listas de mercancías, animales y personas. La escritura se relaciona, por tanto, con el nuevo modelo de vida urbana que se desarrolló en Mesopotamia a finales del IV milenio a.C.

Inicialmente se trató de una escritura pictográfica, es decir, basada en dibujos de distintos objetos y figuras, pero paulatinamente se creó un sistema de signos más estilizados, denominados cuneiformes, hasta la aparición de los primeros sistemas alfabéticos conocidos hacia el siglo XIV a.C. El término "cuneiforme" proviene de la forma de cuña, cuneus en latín, que presentaba la incisión del cálamo en la tablilla de arcilla.

Paulatinamente se creó un sistema de signos más estilizados, denominados cuneiformes.

Estatuilla de Gudea de Lagash. En su falda se aprecian inscripciones cuneiformes. Museo del Louvre, París.

Estatuilla de Gudea de Lagash. En su falda se aprecian inscripciones cuneiformes. Museo del Louvre, París.

Estatuilla de Gudea de Lagash. En su falda se aprecian inscripciones cuneiformes. Museo del Louvre, París.

PD

A lo largo de todo este tiempo, la transmisión del arte de escribir estuvo en manos de unos profesionales encargados de aprenderlo y, luego, de traspasarlo a las nuevas generaciones. Esos especialistas eran los escribas, designados en sumerio mediante la palabra dub.sar (tupsharrum, en lengua acadia), en la que dub es el soporte de la escritura (la tabilla) y sar la acción de trazar; así pues, la definición de escriba en sumerio sería "aquel que traza [signos] sobre la tablilla". 

Gracias a los llamados "textos escolares" –tablillas donde se recogen los ejercicios hechos por los alumnos y corregidos por sus profesores–
y  a las copias de textos literarios famosos podemos conocer de primera mano el mundo de los escribas mesopotámicos: su profesión, sus estudios, sus deberes, sus quebraderos de cabeza para aprenderse la lección o sus intentos de "untar" a los profesores.

También podemos hacernos una buena idea de cómo se enseñaba y se aprendía a leer y escribir en la Mesopotamia de hace más de cuatro mil años. Antes, sin embargo, debemos descartar dos grandes tópicos que han marcado las descripciones de los escribas mesopotámicos a lo largo de los años: que todos eran hombres y que constituían una minoría especializada. 

Artículo recomendado

enrique jimenez keilschrift lmu 2 1 format l

Consiguen transcribir miles de inscripciones gracias a la IA

Leer artículo

los escribas

Respecto al primer punto, hay que decir que el oficio de escriba no estaba restringido a los hombres y que, si bien estos eran mayoría, desde los tiempos del Imperio acadio existen referencias a mujeres escriba que recibían la misma educación que los hombres, pero que únicamente trabajaban en palacios o templos, donde había mujeres de alta posición encargadas de la gestión de los asuntos de las nobles o de las sacerdotisas (contratos, compra y venta de productos). 

Desde los tiempos del Imperio acadio existen referencias a mujeres escriba que recibían la misma educación que los hombres.

Relieve del rey Ur-Nanshe, rey de Lagash. Museo del Louvre, París.

Relieve del rey Ur-Nanshe, rey de Lagash. Museo del Louvre, París.

Relieve del rey Ur-Nanshe, rey de Lagash. Museo del Louvre, París.

PD

También se ha creído tradicionalmente que el conocimiento de la escritura estaba reservado a un grupo reducido de profesionales especializados que solo alcanzaban su completa formación después de una larga carrera. La dificultad del aprendizaje de un sistema con unos seiscientos signos, cada uno de los cuales podía tener varios significados, parece que debía limitar su conocimiento a una élite intelectual. Ello quizá fue cierto en un primer momento; por ejemplo, en la ciudad de Girsu, hacia el siglo XXIV a.C., se han identificado únicamente treinta escribas.

Pero en realidad, desde finales del III milenio a.C. mucha más gente sabía leer y escribir: durante el Imperio acadio (2334-2192 a.C.) se ha contabilizado un centenar de escribas, y durante el período conocido como Ur III (2120-2003 a.C.) sabemos de la existencia de más de 1.600. Estas personas capaces de leer y escribir eran de condición muy diversa; desde reyes y profesionales liberales –como médicos, juristas o exorcistas– hasta ricos comerciantes y pequeños mercaderes, todos necesitaban saber leer y escribir para poder desempeñar correctamente sus funciones. 

Para entender esta relativa democratización de la escritura hay que tener presente que en un nivel básico podía bastar con conocer unos cien signos (68 en época paleoasiria, 82 en época paleobabilónica, 112 en época neoasiria…). De este modo, el aprendizaje de la escritura cuneiforme, por lo menos en su estadio básico, era algo asequible y estaba al alcance de todo aquel que lo necesitara en su vida diaria.

Artículo recomendado

Inscripción fenicia

El origen del alfabeto: un nuevo sistema de escritura

Leer artículo

El "padre de la escuela"

Los testimonios de escritura se remontan a las etapas más antiguas de la historia de Sumer. Desde los inicios del período de Uruk se conservan textos escolares, como copias de signos o listas lexicales (listas de signos ideográficos o fonéticos, a veces organizadas por temas, acompañadas de su traducción a una lengua determinada). Pero solo en época de la III dinastía de Ur, y especialmente bajo el reinado de Shulgi (2094-2047 a.C.), es cuando aparece todo un nuevo léxico relacionado con esta profesión, como la misma palabra "escriba", dub.sar, y un derivado de la misma, é.dub.ba, traducido como la "casa de las tablillas", es decir, la escuela.

La más antigua de estas casas corresponde al reinado de Shulgui, quien decidió asegurar la pervivencia de los himnos dedicados a dioses y a reyes, grabados hasta entonces en estatuas y otros elementos votivos, copiándolos en tabillas y cilindros de arcilla. Para ello fundó una Casa de la Sabiduría consagrada a Nisaba, la diosa de la escritura, donde una serie de escribas se dedicaron a copiar esos textos sagrados "para que jamás sean olvidados". Por consiguiente, no era tanto una escuela donde se enseñaba como una escuela donde se copiaba. 

Shulgui, quien decidió asegurar la pervivencia de los himnos dedicados a dioses y a reyes, fundó una Casa de la Sabiduría consagrada a Nisaba, la diosa de la escritura.

Código legal de Hammurabi, rey de Babilonia. Museo Británico, Londres.

Código legal de Hammurabi, rey de Babilonia. Museo Británico, Londres.

Código legal de Hammurabi, rey de Babilonia. Museo Británico, Londres.

A partir del período paleobabilónico (2000-1535 a.C.) tenemos más detalles sobre el funcionamiento de la enseñanza en Mesopotamia. Algunos especialistas creen que, más que escuelas en el sentido moderno del término (instituciones públicas con un profesorado profesional), los sumerios tenían un sistema de enseñanza privada, en el que la escritura se transmitía en el seno de la familia, como cualquier otro oficio, o a través de profesores privados a cuyas casas iban los alumnos.

Así lo sugiere el hallazgo de muchas tablillas en casas particulares, al igual que las denominaciones de carácter filial relacionadas con el aprendizaje: al profesor se le llama um.mi.a o ad.da é.dub.ba, "padre de la escuela"; a sus auxiliares, shesh.gal, "grandes hermanos"; y a los alumnos, dumu.é.dub.ba, "hijos de la escuela". Sin embargo, los textos describen otra realidad: la de un espacio específico dedicado a la enseñanza. 

Artículo recomendado

Escritura elamita 1

Descifrada la escritura fonética más antigua del mundo

Leer artículo

Aprendiendo a escribir

El texto con el que se inicia este artículo refiere que el alumno sale de su casa para ir a la escuela; más adelante se dice que el alumno llega tarde y, para compensar, invita al profesor a cenar a su casa. En otros textos también se insta a los hijos a ir a la escuela: "¿A dónde has ido? –A ningún lado. –Si es verdad que no has ido a ninguna parte, ¿por qué te quedas aquí como un golfo sin hacer nada? Anda, vete a la escuela, preséntate al padre de la escuela, recita tu lección, graba tu tablilla y deja que tu hermano mayor caligrafíe tu tablilla nueva". Y en otros se recomienda a los alumnos no salir a la calle mientras estén en la escuela. Lo más probable es que coexistieran un sistema privado y otro público de enseñanza.

Algunos textos nos permiten reconstruir los niveles y el "plan de estudios" de las escuelas mesopotámicas. En primer lugar, existiría una enseñanza elemental (nuestra primaria) en el transcurso de la cual el alumno pasaba por diferentes fases. Primero era necesario conocer y aprender a manejar los dos instrumentos básicos de la escritura: la tablilla y el cálamo. Las tablillas de arcilla (dub ) eran el material óptimo para un estilo de escritura basado en la incisión. Las tabillas podían tener múltiples formatos, según la función a que se destinaban. El tamaño más frecuente era el que se adaptaba a la palma de la mano, entre 4-5 por 5-6 centímetros, ya tuvieran forma redonda, cuadrangular, redondeada o alargada.

Las tablillas de arcilla (dub) eran el material óptimo para un estilo de escritura basado en la incisión.

Cilindro de Ciro, con inscripciones cuneiformes en acadio. Museo Británico, Londres.

Cilindro de Ciro, con inscripciones cuneiformes en acadio. Museo Británico, Londres.

Cilindro de Ciro, con inscripciones cuneiformes en acadio. Museo Británico, Londres.

Prioryman (CC BY-SA 3.0 DEED)

Pero también se hacían tablillas mucho más grandes (la mayor, de 30 x 46 centímetros) y otras que eran verdaderas miniaturas (de 1 x 1 centímetros, o, por ejemplo, una de 2,2 x 2,6, ¡con más de 30 líneas y 144 signos!). En cuanto al cálamo (gi.dub.ba, "la caña de/para la tablilla"), estaba hecho de caña, madera, hueso o metal. Su factura evolucionó al tiempo que la escritura; en su estado final presentaba un extremo superior cilíndrico para realizar las marcas circulares o semicirculares correspondientes a los numerales, y un extremo inferior biselado, de manera que al realizar la incisión la marca resultante fuera una cuña. 

Una vez dominados los instrumentos hacía falta ejercitarse en la práctica de las incisiones de los diferentes signos (nuestra caligrafía): mediante cuñas horizontales, verticales y oblicuas se ensayaban primero los signos por separado y después las combinaciones entre ellos, de más sencillos a más complejos. Adquirida la soltura necesaria era el momento de practicar con la copia de nombres propios y de palabras agrupadas en listas lexicales (primero solo en sumerio, pero a partir del II milenio a.C. también en acadio). En la siguiente fase ya aumentaba la dificultad, pues era necesario conocer y aprender los diferentes valores de los signos. También era el momento de introducir conocimientos matemáticos básicos (cálculo y aritmética) y fraseología jurídica para la redacción de contratos.

Esta primera etapa finalizaba con la copia de pequeños textos literarios sumerios y acadios para alcanzar un alto nivel en el dominio de las dos lenguas y llegar a ser plenamente bilingüe: "Un escriba que no sabe sumerio, ¿qué clase de escriba es?", rezaba un proverbio copiado en una tablilla. De esta forma, los alumnos ya podían ejercer de escribas y desempeñar las tareas básicas de registro, cuentas y contratos. Uno de ellos se ufanaba de sus conocimientos en otra tablilla: "Yo me puedo defender en lengua sumeria, escritura, cálculo, archivística y contabilidad. ¡Y también puedo mantener una conversación en sumerio!".

Artículo recomendado

Funcionarios hacen un recuento de las cantidades de grano mientras unos escribas apuntan. Tumba de Menna.

La "Sátira de los oficios", la suerte de ser escriba en Egipto

Leer artículo

Especialización y disciplina

Pero para quien quisiera seguir estudiando, esta primera enseñanza elemental se podía complementar con otra de nivel superior (nuestra secundaria) consistente en perfeccionar y ampliar los conocimientos de cada área –lengua, literatura, matemáticas, geometría…– adquiriendo, de este modo, una formación más amplia. En este nivel, el alumno debía ser capaz de repetir oralmente y copiar un dictado recitado por el profesor.

Una tablilla se refería a los que no escribían con suficiente velocidad: "Tu mano no puede seguir el ritmo de tu boca". También tendría que copiar grandes fragmentos o composiciones enteras de obras literarias e himnos sumerios. Pero aún se podía ir más allá con una especialización en diferentes materias (nuestra universidad) hasta convertirse en experto adivino, exorcista, sacerdote lector, arquitecto, profesor… 

Se podía ir más allá con una especialización en diferentes materias hasta convertirse en experto adivino, exorcista, sacerdote lector, arquitecto, profesor…

Relieve asirio con inscripciones en cuneiforme. Sala del Trono del Palacio del Noroeste de Assurnasirpal II en Nimrud.

Relieve asirio con inscripciones en cuneiforme. Sala del Trono del Palacio del Noroeste de Assurnasirpal II en Nimrud.

Relieve asirio con inscripciones en cuneiforme. Sala del Trono del Palacio del Noroeste de Assurnasirpal II en Nimrud.

iStock

No sabemos a qué edad se empezaba a estudiar y el tiempo necesario para superar cada fase de la educación mesopotámica. En cambio, en las tablillas se encuentran datos curiosos que permiten acercarnos a la cotidianidad de los jóvenes estudiantes mesopotámicos de hace cuatro mil años. En una de ellas, un estudiante habla de su calendario escolar: "Mis días de vacaciones son tres por mes; las diferentes fiestas son tres días por mes; con esto son veinticuatro días por mes que yo paso en la escuela [los meses eran de 29 y 30 días], el tiempo no es demasiado largo". 

En otras vemos como a los jóvenes se les aconseja esforzarse en los estudios y abandonar la vida fácil: "¿Crees que llegarás al éxito, tú que te arrastras por los jardines públicos? Piensa en las generaciones de antaño, frecuenta la escuela y sacarás un gran provecho". Los estudiantes no se libraban de los deberes en casa: "Ellos [los profesores] me han asignado mis deberes, me han asignado una tablilla de mano [im.shu ]; cuando entré en la casa llevé la tablilla de mano a mi padre, le recité mi tablilla y se puso muy contento". 

También conocemos la dura disciplina que se aplicaba en la escuela y el respeto mostrado hacia cualquiera de sus miembros, desde el conserje hasta el profesor. Cualquier gesto de irreverencia o indisciplina –como levantarse o hablar en clase, llegar tarde, salir antes de tiempo o no hacer correctamente los deberes– era castigado con penas corporales. Una tablilla explica: "En la escuela, el vigilante de turno me ha dicho: 'Por qué has llegado tarde?'. Asustado y con el corazón palpitante he ido al encuentro de mi maestro y le he hecho una respetuosa reverencia".

Completada su educación, los escribas empezaban a desempeñar diversas tareas profesionales. Los podemos encontrar en cualquier ámbito de la sociedad, desde los templos y los palacios a las casas particulares, en el campo o ejerciendo de diplomáticos o comerciantes en cualquier ciudad. Pero, a pesar de lo variado que podía ser su lugar de trabajo, todos necesitaban depositar sus tablillas en un mismo lugar una vez finalizada su labor: en un archivo o en una biblioteca.

Artículo recomendado

Biblioteca Alejandría Egipto

De Alejandría a Pérgamo: 10 grandes bibliotecas del mundo antiguo

Leer artículo

Archivos y bibliotecas

Desde finales del siglo XIX, los arqueólogos han descubierto numerosos conjuntos de tablillas enterrados en lugares determinados. El estudio de los textos reveló que hacían referencia a unas mismas personas o a un mismo tema; por tanto, se habían almacenado, sin duda por obra de los escribas, para formar algún tipo de archivo. Algunos de tales archivos quedaron sepultados desde la Antigüedad debido a una catástrofe (un incendio, la destrucción de una ciudad), y conservan, por ello, la disposición y el contenido de cuando estaban en uso.

Así, no parece haber existido un espacio especial destinado a almacenar tablillas, sino que estas han aparecido tanto en habitaciones normales como en cajas fuertes. Otros conjuntos de tablillas, en cambio, procedían de archivos que habían sido desmantelados y se utilizaron para otras finalidades como el revestimiento de suelos y el relleno de paredes o pozos.

Algunos archivos eran privados, es decir, pertenecían a familias y fueron hallados en casas particulares; las tablillas conservadas son, en este caso, muy heterogéneas y suelen estar incompletas. En cambio, los archivos públicos, propiedad del Estado y hallados en palacios y templos –como los de Ugarit, Ebla y Mari en Siria–, normalmente pertenecen a una época concreta, son más homogéneos y acostumbran a estar mucho más completos. 

Algunos archivos eran privados, es decir, pertenecían a familias y fueron hallados en casas particulares.

Ruinas del palacio P5 en la ciudad de Ebla, en Siria. 

Ruinas del palacio P5 en la ciudad de Ebla, en Siria. 

Ruinas del palacio P5 en la ciudad de Ebla, en Siria. 

PD

Pero aparte de archivos, los escribas también disponían de bibliotecas. Allí, los documentos se acumulaban en habitaciones especiales, donde
se guardaban en cestas, cajas y jarras, estanterías de madera y nichos de barro. Para poderlos identificar rápidamente, se separaban las tablillas por temas o se colocaba una etiqueta con el contenido de un grupo de textos; en el caso de grandes obras literarias, en el "lomo" de la tablilla se copiaban las primeras palabras de la obra, que hacían las veces de título.

También podía indicarse el número de tablilla, el número de líneas, el nombre del copista, el lugar de conservación del original… Al igual que sucedía con los archivos, había bibliotecas en casas particulares –por ejemplo, de profesores privados o especialistas– y en centros públicos, ya fuese en templos donde se recogía todo el conocimiento de la época, sobre todo literario y religioso, o en palacios como el de Assurbanipal (del siglo VII a.C.), donde se ha hallado documentación básicamente literaria.

Hasta la fecha se han encontrado en Mesopotamia más de medio millón de textos escritos sobre tablillas, lo que es muy poco teniendo en cuenta que estamos hablando de un período de al menos tres mil años de historia en el que se sucedieron varias civilizaciones. Por supuesto, aún no se ha descubierto todo, pero aunque fuera así seguiría siendo poco, ya que la escritura no fue (ni lo es aún) capaz de sustituir al sistema de comunicación por excelencia: la transmisión oral. Y, con todo, la escritura no deja de ser uno de los avances más significativos de la historia de la humanidad. Al practicarla hoy en día vale la pena recordar que estamos tomando el relevo de esos primeros escribas mesopotámicos con el mismo compromiso que ellos: comunicar.