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El mapa del agua dulce disponible en el mundo

Las reservas renovables, que se encuentran en ríos o acuíferos subterráneos, se han reducido un 60% en las últimas seis décadas

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La disponibilidad de agua dulce renovable se ha reducido en un 60% en las últimas seis décadas, según datos del sistema mundial de información de la FAO sobre los recursos hídricos y la agricultura, AQUASTAT. Se trata de las reservas que la Tierra es capaz de regenerar por sí sola, como ríos y aguas subterráneas, por lo que su caída muestra la insostenibilidad de las sociedades actuales y la necesidad de adoptar hábitos de consumo más respetuosos con el medio ambiente y alineados con las reservas hídricas existentes.

Con un crecimiento anual del 1% en los últimos cuarenta años, la demanda de agua se ha disparado de la mano del desarrollo demográfico e industrial y el incremento de la agricultura de regadío, que ya supone el 71% de todas las extracciones a nivel global. La mayor parte de ese incremento se ha concentrado en los países de ingresos bajos y medios, precisamente las regiones donde más pronunciadas han sido esas dinámicas.

El volumen de agua dulce renovable se sitúa en torno a los 37.000 kilómetros cúbicos, de forma que cada año la población mundial extrae cerca del 10% de las reservas. Esa proporción puede parecer pequeña a primera vista, pero hay que tener en cuenta que una gran cantidad de los recursos se encuentran en zonas donde la demanda humana no es tan urgente, como la cuenca del Amazonas, Canadá, Alaska, Groenlandia o Escandinavia.

Por el contrario, en África, Oriente Próximo, la mitad sur de Asia y Europa, zonas densamente pobladas por lo general con climas templados o incluso secos, la disponibilidad de agua es mucho más reducida. Así, mientras en Islandia los recursos de agua dulce renovables equivalen a 464.000 metros cúbicos per cápita, en Bahréin descienden hasta apenas tres, según datos de 2020 de AQUASTAT.

Tampoco hay que pasar por alto que gran parte de las lluvias y las escorrentías fluviales ―el flujo de agua desde las precipitaciones o el deshielo hasta la desembocadura de los ríos― sucede a menudo en periodos muy cortos de tiempo, como en la época de monzones en Asia, de forma que la disponibilidad no es lineal ni proporcional a la población. Por todo ello, la media global de estrés hídrico, la extracción de agua dulce en relación a los recursos renovables, se situó en el 69% en 2020.

El mapa del estrés hídrico en el mundo

Y por si no fuera suficiente, el porcentaje de consumo de agua tampoco contempla otras intervenciones humanas como la contaminación o las exigencias mínimas de entornos naturales como bosques, lagos o humedales para conservar sus ecosistemas y que tampoco van a parar al mar.

Más allá de la insaciable demanda del ser humano, otro factor que está entrando en escena y que va a impactar de lleno en el estrés hídrico del mundo es el cambio climático: por cada grado de aumento de las temperaturas, se prevé que las fuentes de agua renovables caigan un 20%. Por eso, además de evolucionar hacia usos del agua más eficientes, es clave adoptar medidas para contener el calentamiento global y evitar que las precipitaciones sean cada vez más irregulares y extremas, dando lugar a un mayor número de inundaciones y sequías, como ya está sucediendo.

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