Àlex Sala
Periodista especializado en Arte e Historia del Arte
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A finales del siglo III a.C., un artista desconocido esculpió una de las figuras más espectaculares de la Historia del Arte: la Victoria alada de Samotracia. Durante milenios nadie tuvo noticia de su existencia, hasta que, en 1863, una exploración francesa halló sus restos esparcidos entre las ruinas del santuario de la pequeña isla del mar Egeo en la que fue depositada como ofrenda.
Después de ser trasladada al Museo del Louvre, en París, la Victoria de Samotracia fue reconstruida como un puzzle y, a pesar de que faltan importantes partes de su anatomía, como la cabeza o los brazos, está considerada como una de las esculturas más sobresalientes de la Grecia antigua, a la altura de los mármoles del Partenón o el altar de Pérgamo.