Copiad, malditos

Propongo una reflexión que podría sonar extraña, pero en el fondo no lo es: ¿qué paralelismos hay entre la figura del copista medieval y, por ejemplo, un usuario de BitTorrent o alguien que atesora descargas pirata? ¿Y si dijese que ambas me parecen igual de importantes? En el internet de hoy damos por sentado que todo el material estará ahí, sin posibilidad de fallos o desaparición por algún motivo. Tenemos la falsa creencia de que nada se perderá, que estará en alguna plataforma digital, y sin embargo año tras año se sube bastante material denominado lost media —es decir, cosas que se creían perdidas o que la memoria colectiva había borrado, hasta que un alma caritativa las subió. A menudo ocurre con material que estaba en cintas VHS o similares—.

Contextualicemos un poco: durante la Edad Media, antes de la llegada de las imprentas, grupos de personas llamadas copistas se dedicaban a recuperar viejas obras y replicarlas, ya fuera para una biblioteca monástica o para algún noble. En esa época realmente se sentaron las bases para la ciencia y el renacimiento, y la recuperación de escritos antiguos fue clave. Como nadie tenía el concepto de «propiedad intelectual», grupos de monjes y escribas se dejaban los ojos, las manos y la espalda para preservar ese conocimiento. Este hecho es considerado como uno de los más importantes de la Historia.

Avancemos hasta nuestro días: ya casi nadie conserva en formato físico aquello que le gusta. Películas, música, software, videojuegos y libros han pasado de estar en nuestras estanterías para estar en nuestro disco duro, y a veces ni siquiera eso. El streaming se ha llevado nuestro ansia de conservar ese material, y las comunidades de compartición de archivos están perseguidas. La mezcla de ambos factores ha instaurado la idea de que copiar todas esas obras no es necesario y además es ilegal. Hemos dejado que los servidores corporativos y bien posicionados tengan una potestad casi total de la cultura audiovisual.

Las compañias algún día cambiarán sus políticas, remodelarán su catálogo o cerrarán. Versiones originales de películas, discos y libros podrían perderse por remasterizaciones o reinterpretaciones de dudoso gusto, como las películas inalteradas de Star Wars (casi imposibles de conseguir) o la reciente censura (sí, censura) de las obras infantiles de Roal Dahl, por poner un ejemplo.

La no preservación de las obras originales mediante la copia nos llevará a un posible futuro donde existirá degradación, de igual forma que se produjo en diversos escritos clásicos. En el peor de los casos, una notable desaparición de fuentes originales enterraría en el olvido mucho material del último siglo, siendo unos pocos afortunados los poseedores de esas maravillas. Un panorama digno de cualquier relato postapocalíptico que, al menos hasta ahora, pertenece a la ficción.

Debemos recuperar la cultura de la copia y el torrent, de Pirate Bay y compañía. Deberíamos ripear más a menudo nuestros CDs, DVDs y BluRay. Deberíamos participar más en la compartición de archivos, al menos en petit comité. Gracias a eso la industria de la música y el cine experimentaron un vertiginoso aumento en los años 2000, sin signos de debilitamiento actual. Gracias a legiones de fans de videojuegos, las ROMs clásicas pueden ser disfrutadas por viejas y nuevas generaciones, habiendo nacido con ello toda la fiebre gaming relacionada con lo retro y el movimiento indie. Gracias a eso muchos conservamos discos que ya están descatalogados y no aparecen en ninguna plataforma de música.

En nuestra mano queda el hecho de que internet sea la enorme biblioteca que se planeaba o, por el contrario, un océano de contenido rápido y pasajero que entierre todo un legado cultural… al menos hasta que sea descubierto de nuevo. ¿Será la arqueología de la web un trabajo del futuro? ¿Serán los piratas los auténticos preservadores, los copistas del s. XXI? Hagan sus apuestas.

Imagen encontrada en Mastodon

Relacionado: En defensa de la piratería

¿Podemos perder tecnología? – Adrianistán

Internet Archive

9 comentarios en “Copiad, malditos”

  1. Excelente post. Adhiero a la piratería, p2p, torrent, zlib. El principal impulso natural de quien tiene un conocimiento es compartirlo, no comerciarlo. Por eso me gusta el opensource las licencias de dominio público.

    Le gusta a 1 persona

    1. Antes por excesiva y ahora por minoritaria, la piratería se ha demostrado eficaz para un montón de cosas. Hizo tambalear a la industria, la rescató y podría poner los puntos sobre las íes de nuevo.

      La baja popularidad de licencias más abiertas aún es un tema que considero inexplicable.

      Me gusta

  2. El streaming es «aire», bits que pululan de un servidor a un cliente, en fin no son nada si ese servidor cierra. Nunca más podrás volver a escuchar.
    Como siempre, una vez más, el capitalismo y las políticas de perseguir «al pirata» por «el bien de la cultura» han hecho que se primen los (pingües) beneficios de las empresas en detrimento de la verdadera cultura…
    Ya es difícil encontrar portátiles con unidad de DVD!
    Tendremos que recuperar las canciones y melodías de nuestras memorias igual que se preservaban los libros en Farenheit 451…

    Saludos!

    PS: El título me trajo a la memoria el documental de hace años que se llamaba igual
    https://es.wikipedia.org/wiki/%C2%A1Copiad%2C_malditos!

    Me gusta

    1. Tendemos a echarle la culpa de todo al capitalismo como si fuera un ogro, pero la defensa y extralimitación de intereses ocurre en todo tipo de regímenes políticos y económicos, lo que cambia son los métodos y las excusas. Por el resto, estoy de cuerdo.

      Menuda casualidad lo del documental, creo que no tenía conocimiento sobre él. El título estuvo inspirado por la película «Danzad, malditos, danzad!», así que supongo que es, poéticamente hablando, una copia en ambos casos. No podría haber quedado mejor. xD

      Un saludo!

      Me gusta

Deja un comentario