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Shane MacGowan, el artista que hizo que la música irlandesa molase

Se publica en castellano la biografía del líder de The Pogues, un artista que a pesar de su timidez y tendencias autodestructivas fue capaz de renovar la música celta mezclándola con el punk

Los ocho miembros de The Pogues, con Shane MacGowan en el centro.

Los ocho miembros de The Pogues, con Shane MacGowan en el centro. / ARCHIVO

"Cuando escuché a The Pogues por primera vez, fue como si los Sex Pistols secuestraran nuestra máquina de discos, se emborracharan con The Dubliners, se metieran speed con The Tulla Céilí Band y se juntaran con Johnny McEvoy, a quien yo amaba". Pocas definiciones tan certeras sobre The Pogues, como la realizada por la escritora Ann Scanlon y recogida por Richard Balls en Una furiosa devoción, la biografía autorizada de Shane MacGowan que acaba de ser publicada en castellano por Liburuak.

"Me encantan The Pogues desde que los vi por primera vez teloneando a Elvis Costello en 1984. Años después entrevisté a Shane MacGowan para un libro que estaba escribiendo sobre Stiff Records y lo encontré fascinante. Sin embargo, fue entonces cuando me di cuenta de lo poco que sabía realmente sobre su vida y sobre quién era. De hecho, comprobé que, detrás de su reputación de hombre salvaje, había una persona extremadamente inteligente y bastante introvertida, así que, a partir de ese encuentro, quise descubrir más sobre él", recuerda Balls, que pasó dos años entrevistando a familiares, amigos, compañeros de banda y al propio MacGowan, que le invitó a pasar temporadas en su casa de Dublín, donde el escritor tuvo que adaptarse a la particular forma de vida del artista.

"Dormir es algo que hace sin ninguna rutina. El sueño simplemente se apodera de él donde quiera que se encuentre. El día se confunde con la noche y la noche con el día", recuerda en Una furiosa devoción Balls, que compara su trabajo como biógrafo con la de un documentalista que se dedica a fotografiar la vida salvaje.

"Shane detesta ser entrevistado y odia especialmente hablar de su trabajo. Para ser un narrador tan talentoso, no es un conversador y, además, es bastante tímido. En ese sentido, tratar de sacarle información personal y hacerle preguntas sobre temas delicados provocó que investigar y escribir su historia fuera un desafío enorme. Sin embargo, poder pasar tiempo con él en su casa durante varias visitas a Irlanda, a veces quedándonos allí, significaba que podíamos sentarnos, conversar y grabar cosas cuando era el momento adecuado, en lugar de tener que entrevistarlo. De esa manera, pude lograr que hablara sobre cosas en un ambiente relajado durante un período de tiempo prolongado", explica Balls, que recuerda en su libro cómo cualquier oportunidad era buena para intentar avanzar en su trabajo.

"He aprendido que, aunque pueda estar malhumorado, sus invectivas brotan de la nada"

"Una noche, estaba a punto de irme a la cama cuando Shane me pidió que le preparara una taza de té. Negro y con un azucarillo. Presiento que podría ser un buen momento, así que busco mi grabadora y me siento a su lado aprovechando una oportunidad inesperada. He aprendido que, aunque pueda estar malhumorado, sus invectivas brotan de la nada. Me dice que está 'agotado de tratar de explicar las malditas cosas obvias' y que es más divertido ser interrogado por la policía. Me disculpo cortésmente, desesperado por no perder una oportunidad y le pregunto vacilante si puedo bajar el volumen de la televisión, no puedo escuchar lo que está diciendo. Una estrategia de alto riesgo, dado que podría reaccionar fácilmente subiendo aún más el volumen. “Sí, bájalo, pero no estés toda la puta noche con esto”, gruñe. “Tengo algunas historias geniales sobre la inmundicia”. “Bueno, vamos a escucharlas”, respondo. Y ahí vamos de nuevo, como si nada hubiera pasado».

Un irlandés de Londres

A pesar de ser uno de las figuras más relevantes de la música irlandesa, Shane MacGowan nació en Pembury, en el condado de Kent, el 25 de diciembre de 1957 y se crió en Londres, ciudad en la que fue testigo de la explosión punk que le marcaría de por vida. Alentado por sus padres, un matrimonio de inmigrantes irlandeses que siempre se preocupó por educar a Shane y su hermana en un ambiente de libertad y creatividad, Shane comenzó los estudios de Literatura y formó sus primeros grupos de música. Primero The Nipple Erectors y, posteriormente, Pogue Mahone, banda que no tardó en ser fichada por Stiff Records, compañía de discos que puso como condición que cambiasen el nombre a The Pogues porque Pogue Mahone era la forma inglesa de la expresión "póg mo thóin", en gaélico "bésame el culo".

"Stiff fueron los únicos capaces de entender por qué a la gente le gustaba ir a vernos; las únicas personas que tenían algo de valor en el negocio discográfico. Todos estos tíos de A&R decían: 'Pogue Mahone van a ser enormes, pero no entendemos por qué la gente va a sus conciertos'. Pero Stiff lo entendió. Por eso ficharon a Wreckless Eric, Nick Lowe o The Damned. La gente pensó que estaban locos cuando ficharon a The Damned y Richard Hell, porque creían que solo era una moda pasajera. Pero cualquiera que estuviera involucrado sabía que el punk nunca volvería a desaparecer", recuerda MacGowan en Una furiosa devoción.

"Shane consiguió que la música irlandesa molase hasta un punto que nadie podría haber imaginado. En un momento en que Duran Duran filmaba videos en un yate en Antigua y Top Of The Pops era todo maquillaje y escapismo, Shane mostraba una Gran Bretaña cada vez más materialista y escribía canciones que eran viscerales y violentas. En Fairytale Of New York, presentó un retrato crudo y a veces doloroso de las vidas de los emigrantes, además de componer la canción navideña más extraordinaria de todos los tiempos", comenta Richard Balls, que ve una clara influencia de The Pogues en grupos que van desde The Libertines y Fontaines DC hasta Flogging Molly y The Dropkick Murphys.

"No hay nada en sus canciones o en su forma de interpretarlas que resulte artificial"

"Creo que la palabra que mejor resume la escritura y la música de Shane es auténtica. No hay nada en sus canciones o en su forma de interpretarlas que resulte artificial. Se podría afirmar que Tom Waits e Ian Dury crearon sendos personajes escénicos: por un lado el barfly bohemio y, por el otro, el cockney de diamantes [no he encontrado traducción a esto, pero me suena que tiene un doble sentido o es una frase hecha]. Sin embargo, no hubo una versión impostada de Shane. Lo que vio el público no fue diferente de lo que veían los demás. En ese sentido, aunque mucha gente ha escrito sobre Londres a lo largo de las décadas, canciones como The Old Main Drag y Dark Streets Of London, que tratan sobre la falta de vivienda, la pobreza y la prostitución, muestran la parte más vulnerable de la ciudad vista a través de la lente excepcional de Shane".

Vida salvaje

"Cuando llegaban los conciertos navideños, Shane aparecía impecable, con hermosos trajes hechos a medida y el pelo recién lavado. Conocía y recordaba los nombres de todos los que estaban en el camino y les pagaba las copas en el bar. Siete días después, todavía estaba con la misma ropa del primer día, con sidra, cerveza y licores derramados por todos lados y apenas había dormido en todo ese tiempo", recuerda el productor John Dunford, en Una furiosa devoción, biografía que, a pesar de confirmar la innegable calidad artística y el enorme talento de Shane MacGowan, también retrata su parte autodestructiva y que más complicaciones ha traído a su entorno cercano.

Durante años, el artista abusó de todo tipo de drogas, desde la heroína al alcohol, lo que provocó no pocos problemas en el seno del grupo que, en más de una ocasión, debió comenzar los conciertos sin él. Su falta de control, sumada a su timidez, provocó, por ejemplo, que The Pogues malograsen una gira teloneando a Bob Dylan porque MacGowan perdió, consciente o inconscientemente, todos los aviones que le permitían llegar con tiempo de sobra a Estados Unidos.

"Shane es un hombre muy genuino y sin pretensiones. Es generoso tanto con su tiempo como con su dinero y tiene un pequeño grupo de amigos cercanos a los que es inflexiblemente leal. No le interesa la fama y la cultura vacía de la celebridad y nada le gusta más que compartir un trago y charlar con sus seres queridos", comenta Richard Bells, que está convencido que a pesar de todo y como afirmó Bruce Springsteen, las canciones de Shane se seguirán escuchando dentro de 100 años "porque los temas y la naturaleza tradicional de su música son atemporales".

'Una furiosa devoción'

Richard Balls

Liburuak

448 páginas

23,75 euros

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