El puente que cruzó un océano para instalarse en medio del desierto

El Puente de Londres es una de las atracciones más conocidas de la capital británica. O bueno, en realidad no. Lo que un porcentaje elevadísimo de los turistas que visitan el lugar conocen como Puente de Londres (London Bridge) se llama en realidad Puente de la Torre (de Londres) (Tower Bridge). No se les puede culpar. La cantante Fergie, de los Black Eyed Peas, le dedicó una canción, y también usó el nombre incorrecto. Y hasta Google Imágenes tiene serios problemas para distinguir uno de otro. En realidad el Puente de Londres es una cosa de hormigón visualmente bastante anodina y normalita, 800 metros Támesis arriba del Tower Bridge. Pero el puente actual no es el primero con ese nombre. En el lugar donde se ubica ha habido puentes desde la época romana, una sucesión de estructuras a lo largo de los milenios de la que la actual, abierta al tráfico en 1973, es la última. ¿Y qué se hizo con el puente que ostentaba el nombre de London Bridge hasta entonces? Pues a eso íbamos: hoy en Fronteras, el Puente de Londres que acabó en Arizona.

This is NOT England

Más o menos por la misma época en la que los Beatles grabaron su primer disco en los Estudios Abbey Road, los mandatarios de la City londinense se percataron de un hecho preocupante: el Puente de Londres se estaba hundiendo. Otra vez. Terminado en 1831 y construido en granito, había resistido 130 años de inclemencias meteorológicas y un lustro de bombardeos alemanes, pero había sido construido pensando en peatones y coches de caballos y los automóviles y autobuses de dos pisos lo estaban hundiendo en el lodo del Támesis a razón de unos tres centímetros por década, y acelerando. Las autoridades decidieron entonces construir un puente nuevo que resistiera el tránsito de coches y autobuses sobre él, y, por tanto, desmontar la vieja estructura victoriana. Lo lógico habría sido reutilizar las piedras para otros menesteres arquitectónicos o simplemente depositarlas en el contenedor de residuos correspondiente al granito de siglo y medio de antigüedad, pero a uno de los miembros del consejo municipal llamado Ivan Luckin se le ocurrió la idea de, por qué no, venderlo. ¿A quién? ¿Quién querría comprar un puente del siglo XIX? Pues un estadounidense, claro. Uno muy rico.

El Puente de Londres, todavía en Londres, a finales del siglo XIX (BBC)
El puente de Londres en 1927 (Museo del Transporte de Estocolmo)

A Robert Paxton McCulloch su familia le conocía como RP (arr-pi). Cuando alcanzó la mayoría de edad ya era un heredero millonario, lo que le permitió financiar decenas de proyectos que aumentaron, y mucho, su fortuna. El más conocido y rentable de ellos son las sierras mecánicas que llevan el apellido de su fundador, pero también se dedicó a innovar en automoción, transporte aéreo y motores fueraborda. Precisamente para disponer de un lugar donde probar los motores, a finales de los años 50 McCulloch compró a precio de saldo varios cientos de hectáreas de tierras pertenecientes al gobierno federal en la orilla del Lago Havasu, una laguna artificial creada por una presa en el río Colorado en la frontera entre California y Arizona. Más o menos por la época en la que los técnicos londinenses condenaban al Puente de Londres, el empresario adquirió 5.500 hectáreas más en la zona con la idea de fundar una ciudad junto al lago y vender las parcelas a clasemedieros de todo el país. La llamó Lake Havasu City.

Vista aérea del Lago Havasu (Wikipedia). A la derecha de la imagen, Lake Havasu City, Arizona; a la izquierda del lago, Havasu Lake, California. Son vaguetes con la toponimia, para qué nos vamos a engañar

En 1966 Ivan Luckin cruzó el Atlántico para vender el puente. Su idea era sacar un millón de libras, al cambio de la época, un poco menos de dos millones y medio de dólares. El folleto que hizo circular entre constructores, promotores y multimillonarios en general presentaba el Puente de Londres como «no sólo un puente, sino un pedazo de la historia que se remonta al Imperio Romano». El anuncio no tardó en llegarle a McCulloch, un tipo relativamente conocido en aquella época, a través de un agente inmobiliario, que le propuso adquirir el puente para revitalizar las ventas de parcelas en Lake Havasu City. La primera reacción del empresario fue «es la idea más enloquecida que he escuchado jamás», pero la semilla ya estaba plantada. Unos meses después, reunido con sus socios, decidieron que ese puente era el icono emblemático que necesitaban para poner la ciudad en el mapa. Calcularon cuánto le costaría a Londres desmontar el puente, y ofrecieron entonces el doble de esa cantidad: 2,4 millones de dólares, o un millón de libras esterlinas. McCulloch, en el más puro estilo americano, añadió sesenta mil dólares, mil por cada año que habría cumplido cuando el puente estuviera instalado. Y ganó la subasta. El primer paso para el puente de londres arizoniano ya estaba dado.

Depósito de granito en Lake Havasu City, a finales de 1968 (BBC)

El desmontaje del puente comenzó en 1967. Cada piedra fue cuidadosamente retirada, numerada y transportada a un almacén en el suroeste de Inglaterra. Cuando el desmantelamiento terminó, las más de diez mil piezas de granito fueron subidas a un barco y transportadas, a través del Canal de Panamá, hasta Long Beach, en California, desde donde un pequeño ejército de camiones las trasladó hasta la orilla del río Colorado. Todo este proceso llevó casi un año. En septiembre de 1968 el alcalde de Londres presidió la ceremonia de colocación de la primera piedra del puente en su nueva localización. La estructura no fue reconstruida exactamente como se encontraba en Londres: antes de empezar a poner las piedras, se construyó un armazón de metal sobre el que se situarían los bloques de granito originales, puesto que la idea era que el puente soportara el tráfico. Había un pequeño problema, un detallito minúsculo que aún no se ha mencionado, a la hora de instalar un puente en Lake Havasu City. El de Londres o cualquier otro, para el caso: no había un río sobre el que situarlo. El lago es obviamente demasiado ancho, y no existía ningún canal ni arroyo sobre el que colocar un puente. Pero como decía, eso resultó ser una tontería sin importancia: el puente se reconstruyó sobre tierra, a cientos de metros de la orilla del lago, y después se abrió un canal navegable entre dos puntos del lago que pasara por debajo del puente. Hay puentes que se hacen para un río: al Puente de Londres le hicieron un río para él.

La reconstrucción del puente comenzó tallando la forma de los arcos en la arena (BBC)
Reconstrucción del Puente de Londres sobre las arenas del desierto de Mojave, en 1970 (Wikipedia)
Piedras numeradas antes de su colocación en el puente, en 1970 (Amusing Planet)
Dragado del canal bajo el puente, en 1971 (Arizona Highways)
El canal construido para darle un propósito al puente convirtió una península en una isla. Aquí, en 1972, un año después de su inauguración (Wikipedia)
Vista aérea del canal, y de la isla artificial creada con su excavación (BBC)

La noticia de la compra del Puente de Londres por parte de un enterpreneur local se difundió mucho en los EEUU de la época, que por entonces había sucumbido a la Beatlemania y estaba todavía bajo los efectos culturales de la conocida como Invasión Británica o British Invasion. Corrió el rumor de que McCulloch y sus socios habían sido víctimas de un timo, y que pensaban que habían comprado el Puente de la Torre de Londres. Era un rumor obviamente falso, pero el empresario decidió permitir que campara a sus anchas, porque le daba publicidad gratuíta. Para aprovechar el tirón, McCulloch puso anuncios en toda la prensa de ambas costas, alquiló un avión y empezó a organizar viajes gratuítos para potenciales compradores desde Los Ángeles, Boston, Nueva York o Chicago. Gente con un capitalito y deseando cambiar de vida, que se subía a un avión en una pista a temperaturas bajo cero, y aterrizaba a veinticinco grados. Más de treinta y cinco mil personas visitaron la ciudad en viajes gratuítos; en los tres años que se tardó en reconstruir el puente, la población de Lake Havasu City pasó de dos mil a seis mil habitantes.

Potenciales compradores de parcelas recién aterrizados en uno de los tours gratuítos organizados por McCulloch (BBC)
Ceremonia de inauguración del London Bridge en Lake Havasu City (BBC)
Suelta de globos, palomas y banderas británicas en la inauguación del Puente de Londres en Lake Havasu City (BBC)

A la ceremonia de (re)inauguración del Puente en octubre de 1971 acudieron más de cincuenta mil personas según las crónicas de la época; entre ellos el alcalde de Londres con su traje ceremonial, estrellas de cine, bandas de musica, y corresponsales periodísticos de los dos continentes. Si bien los enviados británicos mostraban cierta admiración (Only in America, decían), la mayoría de los comentaristas estadounidenses consideraban la compra y la reconstrucción una soberana tontería que haría perder millones a sus promotores, la ida de pelota de un lunático con demasiado tiempo libre. El tiempo da y quita razones, y se la dio, toda, a McCulloch. Para cuando el puente fue inaugurado, los siete millones de dólares que se había gastado en su adquisición, traslado y reconstrucción se habían pagado ya con la venta de parcelas a nuevos residentes. En 1975 la ciudad alcanzó los diez mil habitantes, y atrajo dos millones de turistas. El Libro Guiness de los récords incluyó el puente en sus listas como «la antigüedad más grande del mundo». Hoy día Lake Havasu City tiene cincuenta mil residentes a tiempo completo, y su Puente de Londres es la segunda o tercera atracción más visitada del Estado de Arizona después del Gran Cañón del Colorado. Pero sobre todo es un tributo a la imaginación, el atrevimiento y el punto de locura que todas las cosas grandes requieren.

Vista aérea del Puente de Londres de Arizona (Dronestag)
Vista aérea del puente de Londres y su entorno en 2011 (Wikipedia)
Banderas del Reino Unido en el Puente de Londres de Arizona, en 1972 (AZ Central)

Fuentes, fotos, más información: BBC (EN, ES), Wikipedia (EN, ES), History Channel, The Guardian, Xataka, Amusing Planet, Viajestic.

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8 respuestas a “El puente que cruzó un océano para instalarse en medio del desierto

  1. cob 22-junio-2023 / 10:02 am

    Qué bueno! No tenía ni idea de esta historia.

  2. Ignacio 22-junio-2023 / 10:37 am

    A ver, aquí claramente falta una referencia a Robert Duvall y señora en la peli «Un día de furia» («Falling Down» en inglés por la famosa canción dedicada a este puente). Buenísimo el artículo, como siempre, Diego.

  3. Karji 22-junio-2023 / 9:01 pm

    Me recuerda la vez que haciendo un trek en San Carlos de Bariloche vimos un cartel que indicaba «Puente Romano», y nosotros «comorrl? Puente romano? En Argentina?» 🤣

  4. Matias ND 22-junio-2023 / 9:02 pm

    Otro excelente artículo.
    Un gran caso de «Only in ‘Murica»

  5. Marius 26-junio-2023 / 2:31 am

    Excelente relato. Ni idea de semejante genialidad publicitaria. Como dicen, si parece loco, pero funciona, tal vez no sea tan loco.

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