BATALLA DE ALCÁNTARA, 25 de agosto de 1580

"Sois el único monarca de la tierra que sacáis de la prisión a un general para daros otra corona"
 
El Gran Duque de Alba sale de la cárcel con 72 años y conquista Portugal para Felipe II, aplastando a las tropas lusas en la batalla de Alcántara.

Batalla de Alcántara, 1580

Tras la muerte sin descendencia de Sebastián I de Portugal, en 1578, las cortes proclaman rey a su tío-abuelo Enrique. Todo legal, pero con un pequeño problema; Enrique era cardenal de la Iglesia Católica. Felipe II, que era hijo del emperador Carlos y de Isabel de Portugal, vio claramente la oportunidad de sumar un nuevo reino a su monarquía, y cuando el cardenal solicitó a la Santa Sede permiso para dejar la curia y tener descendencia, ésta, presionada por el monarca español, se lo denegó.

​Enrique gobernaría como Enrique I El Casto, y a su muerte, en 1580, el país comenzaría un debate legal sobre quién debería ser el nuevo rey. Felipe II, que era el tercer candidato en la línea de sucesión, supo que los portugueses no estaban por la labor de perder su independencia, con lo que decidió no esperar y procedió a la inmediata invasión del país.

Sin embargo, otro pretendiente al trono, Antonio, Prior de Crato, un hijo bastardo del infante Luis de Avis y, por tanto, nieto de Manuel I, se proclamó rey de Portugal en junio de 1580.

Felipe II no podía aceptar tal afrenta, así que se preparó para invadir el territorio luso usando su mejor arma, el mejor general de todos los tiempos, el gran duque de Alba (Fernando Álvarez de Toledo). En ese momento, el duque de Alba llevaba un año desterrado en Uceda por la tensa relación que en los últimos años tenía con el rey a causa del comportamiento de su hijo Fadrique. El rey le encomendó al anciano duque, quien tenía 72 años y gozaba de una enorme popularidad en el mando de la tropa, la misión de conquistar Portugal. Éste accedió a la nueva encomienda de Felipe manifestándole: "Sois el único monarca de la tierra que sacáis de la prisión a un general para daros otra corona".

Rey Felipe II

El duque cruzó la frontera por Elvas a finales de junio de ese año. Ya en territorio portugués, formó un ejército con 18.000 infantes, 1.500 jinetes y unas 20 piezas de artillería. Además, Álvaro de Bazán partió desde Cádiz para llegar al Tajo con 64 galeras y más de una veintena de embarcaciones menores, transportando los tercios de Rodrigo de Zapata y Martín de Argote.

El ejército portugués estaba formado por 25.000 de infantería y 2.500 de caballería, a mayoría eran hombres reclutados con prisa entre campesinos y milicianos voluntarios, mandados por Francisco de Portugal, conde de Vimioso, era general de estas fuerzas junto con su tío Juan de Portugal, obispo de la Guarda. 

Sin embargo, a pesar de la desigualdad numérica toda la frontera portuguesa estaba protegida por fuertes fortalezas que debían ser sometidas una por una, para que pudieran pasar los suministros, y luego guarnicionadas, de modo que el ejército de Alba conforme avanzaba hacia interior se iba debilitando. Además, había estallado una epidemia de gripe que fue diezmando al ejército imperial, y que en Badajoz casi mató a Felipe II. 

Durante las semanas siguientes el ejército español avanzó en dirección a Lisboa. Apenas encontró escasa resistencia en las ciudades que encontraron por el camino. Contrario a la fama de duro soldado, el duque de Alba fue tolerante y muy comprensivo con la población portuguesa y castigó severamente los intentos de pillaje de algunas compañías de soldados.

El gran duque de Alba

Con la ayuda de la flota de Bazán, tomó el 12 de agosto, tras cinco días de bombardeo naval, la más poderosa fortaleza de Portugal, San Julián de la Barra, en Oeiras, con 600 veteranos de guarnición bajo el mando de Tristán Vaz da Veiga. Así, en apenas mes y medio ya se encontraban a unos 10 kms de Lisboa, con la flota portuguesa bloqueada en el Tajo por la de Bazán. 

Las dos fuerzas se encontraron a ambos lados del puente de Alcántara. Los portugueses colocaron el grueso de sus tropas de infantería en el centro de la formación, junto a los jinetes, y apoyados por la artillería, con la misión de impedir el paso español por el puente. Por su parte el duque de Alba dio el puesto de maestre de campo general a Sancho Dávila, y situó sus ejércitos lo más extendidos posible, con la esperanza de poder flanquear al enemigo. 

Desarrollo de la batalla

Durante la noche las vanguardias hispanas se dedicaron a escaramucear y hacer sonar tambores como si fueran a atacar, para confundir y desgastar a los defensores, haciendo que los portugueses permanecieran en vela toda la noche en sus escuadrones, mientras el grueso hispano descansaba.

La batalla se inició el 24 de agosto de 1580, con un intenso fuego de artillería por ambos bandos. El duque Alba dio la señal convenida, y el general Colonna se lanzó con sus italianos a cruzar el puente de Alcántara, pero se encontró con una terrible barrera de fuego de arcabucería que le rechazó. Colonna, asombrado, veía como el resto de la línea española situada aguas arriba no se movía, y blasfemando pidió refuerzos con urgencia. Alba, impasible, sólo autorizó a que Lodrón le apoyara en un segundo ataque. Sin embargo, el plan de Alba estaba funcionando, ya que cada vez acudían más portugueses al sector del puente, debilitando los sectores de la línea situados más al norte. De hecho, las tropas portuguesas de fray Piñeiro acudieron, y luego las del propio rey Antonio que ya muy reforzados rechazaron de nuevo a los hispanos. Finamente, los novatos españoles de ese sector, se lanzaron a la lucha junto a italianos y alemanes, logrando cruzar el puente por tercera vez, y con sus arcabuceros despejaron unos molinos repletos de tiradores portugueses situados junto al Tajo. Estos tiradores estaban diezmando a los hispanos. Los lusos aún aguantaban, no permitiendo ampliar la cabeza de puente sobre el Alcántara.

Grabado de la batalla de Alcántara, 1580

Una compañía de arcabuceros del tercio de Antonio Moreno (ubicados en el flanco derecho español, frente a los molinos) cruzaron el río sin que los defensores pudieran impedirlo. Apenas se habían percatado de ello debido a que estaban disparando sus armas contra el bullicio acaecido en el puente. 


En ese momento es cuando el duque de Alba dio la orden de avanzar a sus tropas del norte. Con las trincheras portuguesas medio desamparadas, los tiradores de Dávila, se descolgaron por las barrancas del Alcántara y lograron cruzar al otro lado, rodeando los arcabuceros las trincheras portuguesas y atacándolas por los extremos. Tras tomar la primera línea, Dávila se lanzó contra la segunda ubicada en lo alto de la colina del olivar. Los lusos del puente, viendo que sus camaradas eran batidos más al norte y cómo podían ser rodeados, empezaron a retroceder también, desbandándose la mayoría. En el olivar los portugueses se hicieron fuertes hasta que apareció por detrás de ellos la caballería de Fernando de Toledo, que dando un rodeo había cruzado también el río de forma inadvertida. Con ello el ejército del rey Antonio se derrumbó definitivamente, y a las pocas horas la caballería de Fernando  II entraba en Lisboa, para impedir que las tropas hispanas la saquearan. 

La victoria del duque de Alba fue total. El derrotado ejército portugués perdió unos 4000 hombres incluyendo 1000 muertos. Las bajas españolas rondaron solo los 500 fallecidos. Lisboa, indefensa, se rindió dos días más tarde. El rey Antonio consiguió escapar hacia el norte, acosado por Sancho Dávila que pronto ocuparía también Oporto.

Rey Antonio I de Portugal

Vencida la resistencia del último pretendiente al trono y ocupado militarmente el país, el 25 de marzo de 1581 el rey Felipe II de España fue coronado rey, reconocido por las Cortes de Tomar, con el nombre de Felipe I de Portugal. Este fue el comienzo de un periodo en el que Portugal junto con los demás reinos hispánicos compartieron el mismo monarca en una unión dinástica bajo la Casa de Habsburgo​ hasta 1640.

Por su parte, Fernando Álvarez de Toledo (el duque de Alba) fue nombrado por el rey Felipe II condestable de Portugal y I virrey de Portugal, máximos cargos en aquel país después de la persona del propio monarca. El gran duque de Alba alcanzó, en el final de sus días, una posición encumbradísima tanto en el Reino de España como en el Reino de Portugal, ya que ocupó estos cargos lusitanos hasta su fallecimiento en Lisboa, en 1582.

El último reducto leal al prior de Crato (el rey Antonio) cedió ante las fuerzas del rey Felipe II tras de la victoria de Álvaro de Bazán y Guzmán, en la batalla de la Isla Terceira, librada el 26 de julio de 1582, que permitió la conquista española de las Azores, en 1583.

Tras la unión de coronas en 1580, Felipe II asumió un nuevo lema "Non sufficit orbis" (el mundo no es suficiente), en clara referencia al emblema de su padre "Plus ultra" (Ir más allá). La unificación de la península ibérica puso en manos de Felipe II el Imperio portugués, es decir, la mayor parte de los territorios explorados del Nuevo Mundo además de las colonias comerciales en Asia y África, entre ellas Filipinas y Angola. No en vano, el Rey se cuidó en mantener en manos portuguesas el comercio de esas regiones y la estructura del Imperio portugués para no despertar los recelos de sus nuevos súbditos.

Imperio español tras la unión de la corona de Portugal 1580 - 1640, bajo el mando de Felipe II


Fecha25 de agosto de 1580
LugarAlcântara (Lisboa)Portugal
ResultadoDecisiva victoria de Felipe II
Beligerantes
Bandera de España Imperio Español
Bandera de Portugal Portugueses leales a Felipe II
Bandera de Portugal Portugueses leales a Antonio, prior de Crato
Comandantes
Bandera de España Gran Duque de Alba
Bandera de España Sancho Dávila
Flag of Portugal (1578).svgAntonio, prior de Crato
Fuerzas en combate
10 000 infantería
2500 caballería
30 cañones
18 000 infantería
1800 caballería
22 cañones
6 morteros pesados
100/120 cañones ligeros
Bajas
500 muertos y heridos4000 muertos y heridos y capturados

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