El turco, un autómata que jugaba al ajedrez

El Turco fue una famosa estructura que se cree que era un autómata que jugaba al ajedrez (según Wikipedia). Fue construido y revelado por Wolfgang von Kempelen (1734-1803) en 1769. Tenía la forma de una cabina de madera de 1.20 cm × 60 cm × 90 cm, con un maniquí vestido con túnica y turbante sentado sobre él. 
La cabina tenía puertas que una vez abiertas mostraban un mecanismo de relojería y cuando se hallaba activado era capaz de jugar una partida de ajedrez contra un jugador humano a un alto nivel. También podía realizar el problema del caballo con facilidad. Sin embargo, se cree que la cabina era una ilusión óptica bien planteada que permitía a un maestro del ajedrez de baja estatura esconderse en su interior y operar el maniquí, el Turco era capaz de hacer esto gracias a que los ojos del maniquí enviaban al maestro del ajedrez las posiciones de las piezas del tablero por medio de espejos. 
En teoría cualquiera de los dos maestros de ajedrez podría ganar, pero el maestro escondido debajo del Turco contaba con una pequeña ventaja al poder asustar a su oponente haciéndole creer que el Turco en realidad era autómata, lo cual ponía nervioso al retador, impidiéndole desempeñar sus conocimientos sobre el juego con totalidad. Por lo que El Turco ganaba la mayoría de las partidas. Este planteamiento es una suposición ya que nunca fue revelada su verdadera naturaleza, además el espacio físico de la cabina era demasiado pequeño como para una persona de tamaño normal.
Kempelen exhibió por primera vez a El Turco en la corte de la emperatriz de Austria María Teresa en 1770, realizando posteriormente una gira por Europa durante varios años de la década de 1780. Durante esta época, el Turco fue exhibido en París, donde jugó una partida contra Benjamin Franklin, que este perdió. También jugó una partida contra Napoleón Bonaparte, quien en un momento hizo un movimiento ilegal, ante lo cual el Turco respondió tirando las piezas del ajedrez. Wolfgang von Kempelen decidió que el autómata estaba ocupando buena parte de su tiempo y lo relegó a un rincón del palacio de Austria, centrándose en otros autómatas.
En 1789, Freiherr Joseph Friedrich zu Racknitz construyó un duplicado de El Turco y escribió un libro ―publicado en Dresde― donde especulaba sobre su funcionamiento. A pesar de que su explicación era correcta en algunos puntos, dicha explicación resultaba en un maniquí que solo podía ser operado por un enano o un niño, y las medidas del autómata de Racknitz no eran las mismas que las de Kempelen.
Posteriormente hubo intentos de reproducir a El Turco mediante autómatas, como «El Ajedrecista». Aunque no tuvieron los mismo resultados.

2 comentarios:

Iñaki Murua dijo...

Me ha recordado a una historia que aparecía en uno de los primeros libros que recuerdo ("15 aventuras históricas"). Me parece que allí contaban que era una persona escondida, a quien faltaban las piernas.

Mikel Agirregabiria dijo...

La historia del militar amputado, experto en ajedrez, parece descartada, Iñaki. Se dice que fueron, a lo largo de los diferentes años y en su periplo de exhibiciones, unos 15 ajedrecistas avezados quienes la manipularon, y no necesariamente bajitos o sin piernas,...

Saludos y gracias por el comentario.

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