Los inventos surgen de la prueba y el error. Creas un prototipo, lo pruebas y, según los resultados, lo vas retocando hasta obtener su mejor versión. Por el camino, podemos encontrarnos con otros inventos surgidos de ese proceso de prueba y error, con distintos nombres. Algunos se desarrollarán por otro camino, otros caerán en el olvido. Es lo que ocurre con lo que empezó siendo un uniciclo, monorueda o velocípedo, evolucionando hasta las bicicletas o motocicletas actuales, según tengan o no un motor de propulsión.

Antes de la llegada del automóvil, que precisamente tiene su origen en la loca carrera por la invención de bicicletas a motor o motocicletas, inventores de todo el mundo buscaron crear vehículos propulsados con energía humana o con motores que constaran de una o varias ruedas. Precisamente, en el siglo XIX se inició una carrera involuntaria en la que surgieron los hoy curiosos velocípedos, algunos de ellos con gigantescas ruedas y que han llegado a nuestros días como una rareza de tiempos pasados, si bien en su momento tuvo su utilidad. Con todo, fue la bicicleta la ganadora durante años, un medio de transporte que sólo sería sustituido por el automóvil. Por el camino, excentricidades como los uniciclos o como el invento del que hablaremos en esta ocasión, la monorueda.

Sobre el papel, una rueda autopropulsada de gran tamaño que hace las veces de carrocería o chasis, colocando al piloto o conductor en su interior junto al manillar, un sillín o silla y, en las versiones modernas, un motor. Curiosamente, esta invención se desarrolló durante décadas desde el pasado siglo XIX hasta nuestros días. Y en diferentes países, en apariencia sin relación entre sus distintos inventores. Desde los Estados Unidos hasta la Rusia comunista, pasando por Reino Unido o Italia. Y seguramente nos olvidemos de otros rincones del planeta. Esta es la historia de la monorueda.

El velocípedo. Estados Unidos, 1869

Primera parada, Estados Unidos. En concreto, New Haven, Connecticut. De allí es el inventor estadounidense Richard C. Hemmings. El 13 de julio de 1869 obtendrá una patente sobre su invento rodante. La patente con el número 92.528 tiene como nombre velocípedo, sin más. Hemmings no es el inventor del velocípedo, pero sí de una interesante versión mecánica que mejora el artilugio rodante al que hace referencia.

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Si el velocípedo original fue inventado por el alemán Karl Drais en 1817 y bautizado como velocípedo por el francés Nicéphore Niépce, más conocido por ser el padre de la fotografía, el velocípedo que proponía R. C. Hemmings colocaba al piloto dentro de la propia rueda. Una rueda de grandes dimensiones, de madera o metal, estaba unida a un sistema de ruedas internas que hacían posible que el piloto se mantuviera con la cabeza hacia arriba y pudiera manejar el vehículo con cierta comodidad.

Y para mover este velocípedo moderno, era necesario correr o caminar una corta distancia en el suelo. “Una vez que se ha conseguido el arranque, el movimiento se mantiene fácilmente girando las poleas con las manos”, según indica la patente. Es decir, como una motocicleta actual. Los pies quietos en el pedal. Eso sí, las manos debían hacer girar la rueda o polea correspondiente.

El garavaglia. Italia, 1904

En el salón de Turín y en la feria de Milán de 1904 se presentó una versión más de las muchas que vamos a ver. Podemos llamarla monorueda de manera genérica, pero como veremos, tuvo muchos nombres. En el caso italiano, se llamó garavaglia. Era un vehículo monorueda con motor o monociclo, uno de los primeros fabricados en todo el mundo.

Su rueda, fabricada con una llanta de neumático de caucho forrado, era de unos dos metros de diámetro, suficiente para que dentro viajase el conductor. También dentro iba un motor monocilíndrico vertical de transmisión por correa con piñón y corona final. Motor, comandos y asiento eran fijos. Su velocidad podía alcanzar los 10 kilómetros por hora.

Aunque sorprendió a muchos en sus presentaciones en Turín y Milán, lamentablemente no tuvo el apoyo necesario para fabricarlo y ponerlo a la venta. Tendrían que llegar más mejoras para su puesta en marcha.

El uniciclo. Estados Unidos, 1914

Que tu invento aparezca en la portada de Popular Mechanics Magazine es todo un honor. Se trata de una publicación centenaria especializada en inventos, artilugios y demás máquinas y tecnologías mecánicas y electrónicas que puedas imaginar. En su momento, fue de las primeras publicaciones en mostrar tecnología que usamos en la actualidad y que entonces era solo ciencia ficción.

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Pues bien. En el número de abril de 1914, Popular Mechanics mostraba en portada una ilustración del monociclo de Alfred D’Harlingue, inventor estadounidense afincado en Saint Louis, Missouri. Dentro de la publicación podíamos ver más ilustraciones y alguna fotografía real. Este curioso invento era un híbrido de avión y monorueda, ya que para mover la gigantesca rueda se empleaba una hélice conectada a un motor de avión.

El uniciclo o monociclo de D’Harlingue sufrió varios cambios o mejoras. Tres años después de su anuncio inicial, volvió a ser portada, en esta ocasión de Popular Science de septiembre de 1917. Esta segunda versión ya no era una monorueda como tal, ya que a la rueda principal se le había añadido una segunda rueda más pequeña a modo de rueda delantera. Y el piloto ya no estaba dentro de la rueda. Ahí iba el motor y demás elementos. El piloto se colocaba en un asiento en la parte trasera de la rueda, por fuera. Aunque este prototipo más complejo fue patentado en mayo de 1917, no tuvo mucho recorrido pero sentó las bases para varios campos de la automoción y la aeronáutica.

El giroscopio. Estados Unidos, 1923

E. J. Christie, de Marion, Ohio, también tiene su nota al pie en la historia de la monorueda. En el número de abril de 1923, Popular Science publicó en portada una ilustración de un prototipo de monorueda con el nombre de rueda giroscópica o giroscopio. Su aspecto llamaba la atención, ya que se trataba de una rueda enorme con dos ruedas laterales, un eje central y radios que cubrían el motor, en la parte inferior de la rueda principal, y al piloto.

Para hacernos una idea de las dimensiones de este invento, la rueda hacía unos cuatro metros de diámetro. Según el inventor, el vehículo podía alcanzar unos 400 kilómetros por hora, si bien contaba con un motor de avión de 250 caballos. En el artículo de Popular Science sólo se muestran ilustraciones, por lo que desconocemos si el invento llegó a buen puerto.

El velocita. Italia / Francia, 1924

Fue un gran año, 1924, para el italiano Davide Cislaghi. Ese año patenta su invento en Francia. Un vehículo de una sola rueda que llamó velocita pero que también se llegó a conocer como motormota. Su propia compañía, Motoruota, fabricó varias versiones. Este mismo 1924, la revista Popular Science de diciembre publicó en portada una ilustración muy inspiradora del velocita italiano.

La rueda tenía un diámetro de 1’45 metros. El motor era de 175 centímetros cúbicos y constaba con hasta tres cambios de velocidad. Esta monorueda fue la base para las que vinieron a partir de entonces, ya que su control era más fácil de manejar y contaba con un sistema de inclinación que facilitaba su conducción. En 1930 se pusieron a la venta las primeras versiones comerciales de esta monorueda.

La dynasphere. Reino Unido, 1932

John Purves, inventor inglés, creó lo que se conoce como dynasphere en 1932. Podríamos traducirlo como dinasfera, esfera dinámica. Inspirado por Leonardo da Vinci, creó un vehículo monorueda a motor en el que cabían hasta dos personas.

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En vez de una rueda como las anteriores, Purves diseñó una estructura más propia de los neumáticos actuales, con huecos que facilitaban la visión y la aerodinámica. Como los inventos anteriores, si conocemos la existencia de la dinasfera es gracias a que fue portada de Popular Science en mayo de 1932.

La dinasfera podía alcanzar velocidades de 40 kilómetros por hora gracias a su motor de 2’5 caballos. A pesar de su diseño, de permitir dos o más ocupantes y de contar con una estructura protectora trasera para el piloto, era difícil de conducir.

El introciclo. URSS, 1976

En la Rusia soviética también hubo quien le dio una oportunidad a la monorueda frente a la popular bicicleta o motocicleta motorizada. Poco nos ha llegado de lo que se conoció como introciclo, introcycle en inglés. Apenas un par de fotografías. Su responsable fue el ruso Eduard Melnikov, de quien apenas hay información a pesar de ser conocido en la URSS.

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Fuente: SovietVisuals (Instagram)

En 1976, presentó su introciclo, un vehículo de una rueda movido por un motor mediante un piñón. Dentro del volante iban el piloto, el motor, el depósito de combustible, la dirección y el asiento. Para mantener el equilibrio, constaba de unos pesos laterales.

El introciclo podía alcanzar los 70 kilómetros por hora en asfalto. En caminos rurales, podía correr unos 20 kilómetros por hora.

La rueda McLean. Estados Unidos

Terminamos este repaso por la historia y evolución de la monorueda con un proyecto que empezó en 1971 pero que sigue hoy en día fabricando vehículos de una sola rueda con motor. Su responsable es Kerry McLean, con residencia en Walled Lake, Michigan, Estados Unidos. Como decíamos, desde 1971 ha creado varias versiones de la monorueda.

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En la actualidad cuenta con varios modelos, como la rueda McLean de 5 caballos. Su tamaño facilita su manejo. En el interior de la rueda va el sillín, el motor y el manillar, así como pedales para colocar los pies. En 2011 hizo una versión de mayor tamaño, el McLean V8 Drag Wheel Monocycle.

Por el camino nos hemos dejado varios ejemplos, algunos tan curiosos como el Dynowheel Bus, un autobús integrado en una rueda gigante. Incluso se diseñó una monorueda para uso militar.

Y qué decir de la decenas de monoruedas caseras o amateurs que circulan hoy en día por todo el mundo. Pero el espacio de este artículo es finito y sería prácticamente imposible mencionarlos a todos.

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