Japón pierde ante la URSS

La batalla de Jaljin-Gol, la derrota que obligó a Japón a expandirse por el Pacífico

La batalla del Jaljin-Gol fue un conflicto que en 1939 enfrentó a Japón y la Unión Soviética. El afán imperialista nipón fue frenado en seco por un entonces desconocido general Zhúkov, que barrió de las estepas mongolas al Imperio japonés. Esta derrota fue crucial para el devenir de la Segunda Guerra Mundial y llevaría dos años después a Japón a atacar Pearl Harbor y dar inicio a la Guerra del Pacífico.

Soldados mongoles rechazando la ofensiva japonesa. 

Foto: CC

Finales de agosto de 1939. Faltaba poco para que Hitler invadiera Polonia, y mientras la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de estallar en Europa, la Unión Soviética y Japón iban a librar una de las mayores batallas con tanques que puedan recordarse a lo largo de la frontera entre Mongolia y el Manchukuo (Manchuria). Jaljin-Gol se convertiría en un punto de inflexión para el devenir de la Segunda Guerra Mundial, y probablemente de la historia. La estrepitosa derrota del ejército japonés obligó al Imperio del Sol naciente a replantearse la anexión del Lejano Oriente ruso y Siberia, y, en su lugar, expandirse por el Pacífico y el sudeste asiático. El resultado es de todos conocido: el ataque a Pearl Harbor y la invasión japonesa de las colonias asiáticas de Europa.

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Una fina línea

A pesar de que en 1932 Japón había delimitado la frontera de su estado títere de Manchukuo (Manchuria) en el río Jalja (conocido en ruso como Jaljin-Gol o Khalkhin Gol), esta decisión chocó frontalmente con Mongolia, que sostenía que la frontera estaba ubicada a 16 kilómetros al este del río, cerca del poblado de Nomonhan. En realidad lo que Japón pretendía era apropiarse de los abundantes recursos naturales de Siberia.

A partir de 1936, la URSS y Mongolia firmaron un acuerdo de cooperación mutua que obligaba a cada parte a acudir en ayuda de la otra en caso de agresión por un tercero. La creciente rivalidad entre la URSS y Japón acabaría provocando un primer incidente conocido como la Batalla del Lago Jasán, ocurrida en 1938 y que acabó en tablas.

El mapa muestra la situación territorial en 1939. Las fechas indican en qué momento Japón se hizo con el control de cada región.

El mapa muestra la situación territorial en 1939. Las fechas indican en qué momento Japón se hizo con el control de cada región.

Foto: CC

A partir de 1936, la URSS y Mongolia firmaron un acuerdo de cooperación mutua que obligaba a cada parte a acudir en ayuda de la otra en caso de agresión por un tercero.

El incidente de Jaljin-Gol estalló la noche del 10 al 11 de mayo de 1939, cuando una unidad de caballería compuesta por unos 85 jinetes del Ejército Popular Mongol cruzó la la frontera de Mongolia Exterior con Manchukuo bajo el pretexto de buscar pastos frescos y forraje para sus caballos. Al amanecer, los jinetes mongoles fueron avistados por un grupo de 40 efectivos de caballería del Ejército Imperial de Manchukuo y fue entonces cuando éstos, considerando que los mongoles estaban robando el alimento de sus caballos, cargaron al galope contra los intrusos y los expulsaron, causándoles numerosas bajas.

Como consecuencia de este incidente, el Gobierno japonés protestó ante el Gobierno de Ulán Bator, la capital mongola. Exagerando la cifra, los japoneses alegaron que 700 jinetes mongoles habían entrado en Manchukuo, y exigían un disculpa que jamás se produjo por parte de las autoridades de Mongolia Exterior.

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Una fuerza imparable

Durante junio y agosto de 1939, las estepas mongolas se convirtieron en el tablero de juego donde japoneses y soviéticos se iban a enfrentar en reiteradas ocasiones. Los japoneses movilizaron 75.000 hombres, 135 tanques y unos 250 aviones, mientras que los soviéticos desplegaron 57.000 efectivos, 500 tanques y 800 aviones. Confiados en que su fuerza de ataque superaría con creces a la soviética "como un cuchillo de carnicero desmembrando un pollo", el Ejército Imperial japonés se decidió por un ataque total y para ello el Estado Mayor eligió una zona remota de Mongolia, por la que discurría el río Jaljin-Gol.

Un grupo de jinetes mongoles cruzaron la frontera establecida por los japoneses buscando pasto para los animales. Este hecho fue utilizado como "casus belli" por el gobierno imperial, exigiendo una disculpa que nunca llegaría, y entonces se desencadenó el conflicto. En la imagen se puede ver como los soldados japoneses avanzan arrastrándose entre tanques rusos destrozados.

Un grupo de jinetes mongoles cruzaron la frontera establecida por los japoneses buscando pasto para los animales. Este hecho fue utilizado como "casus belli" por el gobierno imperial, exigiendo una disculpa que nunca llegaría, y entonces se desencadenó el conflicto. En la imagen se puede ver como los soldados japoneses avanzan arrastrándose entre tanques rusos destrozados.

Foto: CC

Una vez Stalin estuvo seguro de que Alemania no le atacaría gracias al pacto Von Ribbentrop-Molotov, firmado el 23 de agosto de 1939, desplegó 57.000 efectivos, 500 tanques y 800 aviones.

El mando de las fuerzas soviéticas recayó en un general relativamente desconocido hasta el momento y que había escapado milagrosamente de las sangrientas purgas de Stalin. Este comandante era Gueorgui Zhúkov, que años después sería el artífice de la derrota nazi en las batallas de Moscú y Stalingrado. Su estrategia fue la de ampliar la distancia del frente para dispersar los efectivos del enemigo y así aprovechar esta debilidad para emprender una demoledora ofensiva empleando una táctica conocida como la "guerra en profundidad", que consiste en avanzar con las vanguardias mecanizadas (es decir, los tanques) sobre diversos puntos para dejar aislado al rival.

Para llevar a cabo esta operación se requirió de un esfuerzo logístico titánico: transporte, munición, combustible, alimento y, lo más importante, que los japoneses no se enteraran de todo ese trajín. Para ello, los soviéticos idearon un sofisticado invento que reproducía un ensordecedor sonido de martillos que parecían estar trabajando, de este modo se disimulaba el ruido que se producía al posicionar los tanques sobre el terreno, listos para la ofensiva, que estaba prevista para el 20 de agosto. Curiosamente, los japoneses habían fijado la suya para el día 24.

George Zhukov junto a Khorloogiin Choibalsan, comandante en jefe del Ejército Popular de Mongolia, conversando en el campo de batalla en 1939.

George Zhukov junto a Khorloogiin Choibalsan, comandante en jefe del Ejército Popular de Mongolia, conversando en el campo de batalla en 1939.

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Traicionados

A las 5 de la mañana del 20 de agosto de 1939, el general Zhúkov inició el ataque con 200 bombarderos, golpeando las posiciones japonesas. Cuando los bombarderos hubieron hecho su trabajo, y mientras la aviación se preparaba para una segunda oleada de bombardeos, la artillería inició las hostilidades, que duraron alrededor de tres horas: "Los japoneses se acurrucaron en sus trincheras bajo el mayor bombardeo al que ellos o cualquier otra unidad japonesa hubiera estado sometido jamás", escribe Stuart D. Goldman en su libro de 1939, Nomonhan: La victoria del Ejército Rojo que dio forma a la Segunda Guerra Mundial. Y continúa: "La artillería lanzaba dos o tres disparos por segundo. La tierra y el cielo temblaban".

Con su artillería fuera de combate, los japoneses se encontraban indefensos ante los tanques lanzallamas que se les venían encima "escupiendo dardos rojos como las lenguas de las serpientes", según narró un oficial japonés. Un comandante de la artillería japonesa definió el bombardeo como si sonasen "los gongs del infierno", y es que el efecto físico y psicológico que sufrieron los japoneses fue demoledor. El desenlace llegó cuando los soldados nipones, sacudidos por los proyectiles de la artillería soviética, se quedaron sin agua y en su desesperación se bebieron el líquido de los radiadores de sus vehículos, con lo que éstos quedaron inmovilizados. El paso siguiente fue un asalto combinado de la infantería soviética, apoyada por los carros blindados, rodeando los flancos japoneses y diezmando a sus fuerzas en el onceavo día de contienda. Los pocos soldados japoneses que no lograron escapar fueron rematados con ataques aéreos y fuego de artillería.

Los japoneses se acurrucaron en sus trincheras bajo el mayor bombardeo al que ellos o cualquier otra unidad japonesa hubiera estado sometido jamás.

El 23 de agosto de 1939 todo fueron malas noticias para el ejército japonés. La única base nipona en la que aún quedaba agua potable fue destruida, los blindados soviéticos lograron romper por completo las líneas defensivas japonesas tras varios días de encarnizados combates y para colmo de males llegó la noticia de que su pacto de no agresión firmado con Alemania se había convertido en papel mojado ya que el Tercer Reich había firmado ese mismo día otro con la Unión Soviética, el conocido como pacto Von Ribbentrop-Molotov, para repartirse Europa Oriental. Japón ya no podía esperar ayuda de Alemania, su hasta entonces aliado europeo.

El 24 de agosto el general Zhúkov decidió que ya era hora de dar el golpe definitivo y cruzó el río Jaljin-Gol precedido de un gran bombardeo de la artillería y de la aviación. Ante la desesperación de ver perdida la batalla, un comandante japonés prefirió quemar sus banderas y cometer seppuku (darse muerte según el ritual samurái) antes que rendirse. Otro oficial nipón murió en una carga suicida contra los tanques rusos, a los que atacó armado sólo con su sable. Todo fue inútil.

Supervisados por oficiales rusos y mongoles, un grupo de soldados prisioneros japoneses avanza entre las estepas.

Supervisados por oficiales rusos y mongoles, un grupo de soldados prisioneros japoneses avanza entre las estepas.

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De las estepas al Pacífico

El 31 de agosto de 1939, el embajador japonés en Moscú recibió instrucciones de Tokio para comenzar las conversaciones de cese de hostilidades con los soviéticos. Tras las reuniones de los días 9 y 10 de septiembre no se llegó a ningún acuerdo, ya que los nipones no aceptaban las fronteras reconocidas por los soviéticos. El día 14 se propuso con éxito un alto el fuego, manteniendo cada uno sus posiciones. Fue el 9 de junio de 1940 cuando se alcanzó un acuerdo fronterizo, y un año después se lograba un acuerdo conocido como Pacto de Neutralidad.

La consecuencia militar de aquella derrota se tradujo en la expansión militar japonesa hacia el sur impulsada por la Marina Imperial y a costa de Filipinas, Indochina, Birmania, Malasia, Singapur e Indonesia, por aquel entonces colonias del Reino Unido, Francia, Holanda y los Estados Unidos. Ante aquella nueva perspectiva, el vuelco de la situación en Asia fue enorme porque al cabo de dos años el afán colonialista japonés les conduciría a Pearl Harbor y con ello al estallido de la Guerra del Pacífico contra Estados Unidos en 1941.

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