La explosiva historia tras las aventuras gráficas eróticas de Leisure Suit Larry

Recuerdo aquella tarde con mi vecino. Ya os he hablado en alguna ocasión de él. Era algo así como mi camello de la industria del entretenimiento digital. Tenía Internet, a decir verdad, era la única persona a la que yo conocía por aquel entonces que disponía de tal lujo, ya que su padre era uno de esos geeks de la época al que tanto tengo que agradecer su pasión por la informática, ya que por extensión, yo disponía a través de su hijo de mucho material que hubiera sido inviable de otra manera. Se podría decir que nuestra amistad se forjó inicialmente porque vivía en frente de mí, y nos hacíamos intercambio de revistas de videojuegos y de informática tipo: Nintendo Acción, Micromanía o Hobby Consolas. De vez en cuando, el timbre de mi casa sonaba, y al abrir la puerta, estaba él, sonriendo y portando en su mano "la caja". Aquella reliquia contenía una serie de disquetes, (posteriormente CDs), que serían instalados y testeados desde mi ordenador. Desde los más sosegados, como podían ser Prince of Persia o Maniac Mansion, hasta aquellos que requerían estar alerta para que ningún adulto entrase por la puerta, como Duke Nukem, Doom y, por supuesto, Leisure Suit Larry.