La antigua ciudad hispano-romana de Valeria, ubicada en la actual provincia de Cuenca, nos brinda una ventana fascinante al pasado de Hispania a través de sus restos arqueológicos. Desde 2014, las excavaciones han sacado a la luz un tesoro arquitectónico de gran valor: un complejo termal público de carácter monumental que data de comienzos del siglo I d.C.
Aunque el nombre de Valeria evoca resonancias latinas, los orígenes de su ocupación se remontan mucho más atrás en el tiempo, hasta el período Calcolítico, como atestiguan los numerosos útiles líticos hallados en su territorio. También se han recuperado elementos de la Edad de Bronce como puñales, puntas de flecha y de lanza.
Durante la Edad de Hierro, Valeria estuvo probablemente habitada por los olcades, un pueblo mencionado por autores clásicos como Tito Livio y Polibio. Relatan cómo Aníbal arrasó su capital, Althia o Cartala, en el 221-220 a.C. Poco después, en el 179 a.C., el pretor Tiberio Sempronio Graco conquistó la zona para Roma. Finalmente, hacia el 90 a.C., el procónsul Cayo Valerio Flaco refundó la ciudad dándole su nombre: Valeria.
+ info del yacimiento: ValeriaRomana.es
La excavación del complejo termal
Pero volvamos a ese magnífico complejo termal que las excavaciones han desenterrado. Su estado de conservación es excepcionalmente bueno, con muros que alcanzan los 3 metros de altura. Esto se debe a que el área fue abandonada a finales del siglo III d.C. y sus estructuras no sufrieron expolio de materiales.
Hasta ahora se han excavado en un 80% dos de sus ambientes fríos:
- El frigidarium o sala fría, con una natatio o piscina cubierta en el lado oeste. La piscina cuenta con una serie de escalones o asientos adosados en sus lados norte y sur.
- Una sala oriental pavimentada con ricos mosaicos geométricos polícromos.
La excavación de estas salas ha recuperado cerca de un millar de piezas de mármol de distintas tipologías y procedencias que formaban parte tanto de los pavimentos como de los revestimientos de las paredes. También se han hallado abundantes restos de mosaicos y pinturas murales que atestiguan la riqueza decorativa de estos espacios.
La presencia de ventanas acristaladas también ha quedado demostrada gracias a la recuperación de numerosos fragmentos de vidrio, algunos de ellos todavía con restos de emplomado. Gracias a estos excepcionales hallazgos, los arqueólogos han podido proponer una reconstrucción virtual del frigidarium, basándose en el estudio de los elementos conservados in situ y los recuperados en un contexto arqueológico controlado. Para la recreación se han utilizado texturas, tonalidades y motivos decorativos tomados directamente de los restos arqueológicos originales.
El frigidarium, de planta rectangular, está dividido en dos ambientes situados a distinta altura y comunicados entre sí por una escalera central de tres peldaños. La diferencia de altura entre ambos es de 75 cm. La sala inferior, de 7,5 x 9,75 m, presenta un pavimento a base de grandes losas alternas de mármol blanco y rosado, creando un efecto de damero polícromo.
La sala superior, de 6,7 x 9,75 m, está pavimentada con un espectacular mosaico continuo con decoración geométrica y vegetal. Presenta una cenefa perimetral con roleos vegetales afrontados en rojo sobre fondo blanco. El interior se divide en dos tapices laterales con diseños geométricos de cuadrados y rombos en contrastados colores, separados por una franja central decorada con un motivo de cable. Su excelente estado de conservación lo convierte en un caso excepcional para el estudio de la arquitectura termal hispano-romana. La reconstrucción virtual de sus ambientes fríos permite apreciar el esplendor de estos espacios y acercarlos al público de una manera muy visual y didáctica.
Fragmentos de una belleza perdida
También se han recuperado abundantes restos de mosaicos y pinturas murales que ponen de manifiesto la riqueza decorativa de estos ambientes termales. Los pavimentos originales combinaban grandes losas de mármol blanco de Estremoz y rosado de Saetabis, creando contrastes cromáticos.
La presencia de vanos acristalados se ha comprobado por los numerosos fragmentos de cristal, algunos todavía con restos de emplomado. Gracias a todos estos hallazgos, los arqueólogos han podido proponer una reconstrucción virtual del frigidarium, basándose en los elementos conservados in situ y los recuperados en un contexto arqueológico controlado.
Así, con técnicas de arqueología virtual, esas termas monumentales vuelven a cobrar vida ante nuestros ojos, mostrándonos cómo pudieron ser en todo su esplendor hace casi 2000 años. Sus mármoles, mosaicos y pinturas nos hablan de la importancia y prosperidad que alcanzó Valeria en época romana.
La ciudad siguió siendo un enclave relevante en época visigoda, como sede episcopal, y en época musulmana, cuando era conocida como Balira. Tras la conquista cristiana en el siglo XII, Valeria cedió protagonismo a la vecina Cuenca, pero mantuvo su valor estratégico como lugar de paso y control en las rutas que unían el sureste peninsular con los valles del Duero y el Ebro.
Hoy, gracias a la dedicación de arqueólogos y especialistas, este yacimiento excepcional nos permite asomarnos a la vida cotidiana de una pequeña urbe hispanorromana. Como escribió el poeta latino Marcial, oriundo de la cercana Bílbilis:
Nosotros, nacidos de celtas e iberos,
no nos avergoncemos de hacer resonar en gratos versos
nombres un tanto ásperos de nuestra tierra (…)
(Marcial, Epigramas, libro III, LV)
Y Valeria, con los restos imponentes de sus termas, es sin duda uno de esos nombres que merece ser celebrado y recordado.
